La policía cubana, esa que al extinto Fidel Castro le gustaba presumir que estaba entre las mejores del mundo, deja “perlas” continuaba de su “elevada” preparación y capacidad. Ya no sólo sorprenden muchos de sus efectivos por la falta de físico y su evidente poca preparación cultural, intelectual y humanista, lo que se espera de uniformados con vocación de servicio público y mantenimiento del orden, sino que también ahora debemos sorprendernos de las técnicas “novedosas” que emplean de vez en cuando para corregir la conducta de los indisciplinados.
A tono con esto último, desde ayer se ha viralizado en las redes sociales un video que muestra cómo tres policías, ¡tres!, intentan inmovilizar a una mujer que supuestamente estaba alterando el orden público, al escuchar música afuera de su casa, en plena calle.
Así lo manifestaron algunos testigos de la escena, cuya novedad o principal atractivo no es que la policía haya actuado contra una presunta revoltosa, sino que el medio hallado para la inmovilización fue amarrarla con una soga, como si de un bulto cualquiera se tratase o como si se estuviera en plena Edad Media, cuando los derechos humanos y civiles, y los procedimientos éticos de las autoridades y fuerzas represivas, eran más que una utopía.
Ello, por no contar que los tres efectivos -al parecer es muy fuerte la mujer detenida y amarrada- eran hombres, lo cual debe ser una franca violación de todos los manuales de procedimientos de las fuerzas policiales contemporáneas.
La mujer fue amarrada y luego introducida en la patrulla, donde de seguro debe haber tenido un viaje muy incómodo hasta la estación más cercana. Cuando menos, y más allá de toda ironía, los policías actuantes en la escena deberían ser severamente sancionados, por tener la osadía de inmovilizar a una mujer como si fuera un burdo objeto de carga.
El video fue compartido en Facebook por el periodista Yusnaby Pérez, cuyo post ha tenido centenares de comentarios y reacciones. Y es que, sin importar el móvil de la detención, la manera de actuar y conducirse de esos efectivos de la llamada Policía Nacional Revolucionaria recuerdan más a los brutales represores de las épocas más oscuras de la historia, que a una presunta policía “buena”, “preparada” y “humanista”.
Sin embargo, sabemos, esos calificativos se los cree el régimen y pocos más. La realidad diaria, esa de la que no hablan Granma ni el NTV, está repleta de detenciones arbitrarias y registros sin órdenes judiciales, en plena calle, así como de maltratos, golpizas y “mordidas” so pena de no ser multados.