En estos tiempos de coronavirus en Cuba la relación entre la policía, las mascarillas protectoras y las multas ha sido protagonista de quejas ciudadanas y enfrentamientos entre civiles y uniformados.
Las denuncias al respecto han abundado en las redes sociales, a las que los cubanos acuden para denunciar y mostrar inconformidad, dada la inoperancia de los mecanismos oficiales del régimen.
Este miércoles, el usuario de Facebook Maikel Pompa, residente en Louisville, Kentucky, según su perfil, denunció que en la isla su madre fue multada por la policía con 100 pesos cubanos (unos cuatro dólares) por rascarse la nariz.
El uso de las mascarillas, llamadas nasobucos por la mayoría de los cubanos, es obligatorio cuando se está en la vía pública. Ello, como medida de prevención de eventuales contagios de COVID-19.
Sin embargo, muchos en la isla denuncian que la policía ha interpretado esta normativa con un inusitado exceso, pues varios de sus elementos están en permanente acecho para multar a quien en la calle ose a bajarse la protección o retirarla, aunque sólo sea por escasos segundos.
El caso de la madre de Pompa parece haber sido sumamente injustificado. Según escribió, fue multada “por tan sólo rascarse la nariz aún con la protección puesta”.
“Esto ocurrió en el municipio de Vertientes, provincia Camagüey. Cuando fue a reclamar simplemente quien la atendió dijo que no podía hacer nada. ¡Ahhhhh es que no han cumplido el plan de multas del mes! ¿Con qué contamos, quién defiende al pueblo que es el que de verdad se está comiendo el cable? Eso se llama abuso de poder, cada día se suman más personas que se quitan la venda de los ojos ante la realidad cubana”, agregó con evidente indignación Pompa en su post.
Episodios como éste han sido denunciados frecuentemente en las redes sociales. El pasado 12 de junio, los artistas y activistas cubanos Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo fueron arrestados y golpeados por la policía.
Todo se debió, según denunciaron, a que, mientras compartía “un grupo de gente del barrio, intelectuales y artistas”, Maykel se bajó su mascarilla sanitaria para comer un pan, acción que fue vislumbrada y usada de pretexto por un policía que acechaba para efectuar la detención.
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De manera similar, a finales de abril en Quivicán, provincia de Mayabeque, elementos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) arrestaron a una mujer que defendió a otra ciudadana víctima de abuso al ser multada por bajarse la mascarilla sanitaria en una cola para beber un poco de agua.
La relación complicada que ha supuesto la coexistencia espacio-temporal de policías y pueblo con nasobuco llegó incluso a extremos violentos en Quemado de Güines, Villa Clara, donde el 31 de marzo un ciudadano agredió con la intención de lesionar a un uniformado que le impuso una multa de 3000 pesos cubanos por no usar el nasobuco en una cola ni al comprar en la tienda.
Sin embargo, como para dar más contradicciones a la relación, o hacerla paradójica e indignante, también han existido denuncias gráficas de cómo los policías, veladores del uso del necesario accesorio de protección, evitan usarlo incluso mientras organizan colas o van persiguiendo eventuales violaciones del orden.