El activista tunero Adrián Góngora denunció este 7 de abril el calvario de un cubano, residente en el municipio cabecera de esa provincia, que fue encarcelado injustamente y dejó atrás una madre abandonada.
La historia de Damián es de abnegación, injusticia e infierno de pueblo chiquito. Según comentó su novia en una directa que compartió Góngora, ambos caminaban por la calle, un policía se propasó con ella y el asunto terminó en reyerta.
El encontronazo al parecer le valió que lo encerraran en la cárcel, pero el asunto no termina aquí. Lo más importante es que Damián dejó detrás una madre paralítica y ciega, que depende totalmente de su hijo para comer, bañarse y cumplir con sus necesidades.
Ambos viven en una “casa” en pésimo estado constructivo, sin muebles, estufa, refrigerador… Nada se dice de la comida, pero a juzgar por el poder adquisitivo de la familia, tampoco debe andar bien ese asunto.
El cuarto de baño son cuatro paredes a la intemperie, de suelo de tierra cubierto con tablas, en donde ambos se lavan y hacen sus necesidades.
Góngora pide solidaridad con el caso y que se haga viral la denuncia, con tal de poner a Damián en libertad lo antes posible.
Este activista tunero ha realizado una labor de denuncia constante desde el año pasado para casos como estos: ejemplos de injusticia policial, pobreza, colas frecuentes y miserias, en una de las regiones más pobres del país.
Por su activismo, Góngora ha sido multado y encarcelado. En uno de los arrestos más recientes, logró grabar los excesos de la policía contra él. Los agentes llegaron a maniatarlo y ponerlo contra el piso por filmar cómo uno de ellos multaba injustamente a varios pobladores.
En las imágenes se ve claramente cómo uno de ellos le aplica una técnica de inmovilización y lo hace caer al piso. Varias personas estaban alrededor y permanecieron impasibles, mientras otros agentes, vestidos de civil como el primero, custodian el atropello.
Este tipo de conductas son habituales en Cuba. Los agentes de la policía y la Seguridad del Estado interceptan a los comunicadores independientes, que tienen alguna relación con la prensa no oficialista, e incluso a ciudadanos sin filiación política, para evitar que den cuenta de la escasez imperante en la isla.