El impago de multas de alta cuantía es un problema que arrastran muchos cubanos. La situación económica del país es tan grave, que piden hacerlo a plazos, para no quedarse sin dinero.
El periódico Venceremos, de Guantánamo, detalla esta tragedia que afecta a toda la isla, no sólo a ese territorio y que, además, termina por afectar al propio Estado.
El año 2020 cerró en el municipio cabecera con 10 525 multas pendientes por cobrar con la condición de apremio, es decir, duplicadas y pasados los 60 días de su aplicación, según estadísticas de la Oficina de Control y Cobro de Multas (OCCM) en el territorio.
La repetición de este mal de forma periódica ha generado decenas de millones de pesos dejados de ingresar al presupuesto en la provincia, agrega el medio. Lo que no dice es cuánto afecta a los cubanos, agobiados por la terrible situación económica.
Uno puede hallar ahora mismo colas de personas naturales y jurídicas para cumplir la sanción. Lo cierto es que el impago de multas es un mal que se arrastra en el tiempo, marcando una ruta en que se enquista la mala huella de la impunidad.
“Estoy aquí por tercera vez para negociar pagar a plazos una multa de alta cuantía que me pusieron”, comentó Jorge, un trabajador, con tal de buscar una forma de mantener a flote su economía tanto como cumplir con las sanciones.
La formalización de convenios con los infractores para pagar a plazos es ahora causa de ese otro mal que acompaña a los cubanos desde “los inicios de la revolución”: las colas.
Al menos en Guantánamo, las solicitudes de pago a plazos se dispararon a partir de la entrada en vigor, desde fines de febrero último, de nuevas disposiciones jurídicas de infracciones en el enfrentamiento a la pandemia y alteraciones de precios y tarifas, castigadas con hasta 15 000 pesos.
El recurso legal extremo de las autoridades locales para dirimir impagos es presentar expedientes a tribunales. Se aplicó en 12 casos el año anterior, de los cuales ocho pagaron en el acto y solo cuatro debieron ser sancionados hasta con cárcel.
Pero los que van a la cárcel, han salido airosos; otros corren con peor suerte. Un joven cubano vendedor de productos agrícolas se suicidó el 29 de marzo en la provincia de Holguín, luego de ser multado con 5000 pesos y no poder pagar, denuncian activistas.
El joven de 25 años de edad, con otro amigo vendía productos agrícolas de manera ambulante, en una carretilla.
“Como sabemos, esta actividad es ilegal, como todo en Cuba. El represor conocido con el nombre de Góngora, le impuso una multa de $ 5000, cuando vendía plátanos en la calle”, explicó Elena Larrinaga, presidenta de la Red Femenina de Cuba.
Según su versión, también le decomisaron los plátanos. “Este joven se vio acorralado, en medio del hambre y la vida de perros que estamos llevando, y no vio otra salida, que la de quitarse la vida. Era huérfano de madre y padre”.
Durante los meses de pandemia, el régimen elevó drásticamente el monto de las multas y lanzó miles de inspectores a las calles, principalmente para sancionar por "propagación de epidemia", o "acaparamiento" y "venta ilícita".
Solo durante los primeros 15 días de febrero, en la provincia de Holguín el régimen impuso multas por 374 mil pesos, según fuentes oficiales. En Matanzas y Cienfuegos, en lo que va de año, el monto de las sanciones asciende a más de seis millones de pesos.