Manuel Marrero Cruz, primer ministro cubano, reportó un intercambio reciente con el grupo hotelero de lujo Kempinski con vistas a ampliar los negocios de la compañía en Cuba.
“Sostuve encuentro con el Sr. Bernold O. Schroeder, Presidente del Consejo de Administración Kempinski, compañía hotelera de alto estándar, donde intercambiamos sobre oportunidades de negocio en nuestro país”, publicó Marrero en su perfil de Twitter este jueves 1 de septiembre.
En respuesta, la usuaria identificada como cece_ 22_ cuestionó que el régimen continúe construyendo “hoteles de alto estándar” mientras permanece la “ciudad en ruinas”, a lo que el perfil Ciber Salmón agregó con sarcasmo que a este paso “poco falta para que [a La Habana] la declaren como a Pompeya y Macchu Picchu, así los turistas podrán descubrir las ruinas arqueológicas del comunismo”.
En su empeño por atraer la inversión extranjera para el turismo, el régimen realiza menos inversiones en sectores o servicios sociales como el Sistema Electroenergético Nacional, la industria alimentaria o la vivienda. En cambio, para las compañías hoteleras extranjeras el país se encuentra abierto y dispuesto a negociar.
Según reconoce la prensa oficialista, Kempinski mantiene “sólidos vínculos” con el gobierno cubano. Precisamente a consecuencia de ello, en noviembre de 2019, coincidiendo con la celebración del 500 aniversario de La Habana, el Gobierno de Estados Unidos añadió a los hoteles Kempinski a su “lista negra” de empresas de Cuba con las que los estadounidenses tienen prohibido negociar.
En total, Washington impuso sanciones a cinco hoteles: el Gran Hotel Bristol y el Manzana, de la compañía Kempinski, situados en La Habana; el Grand Aston Varadero Resort, ubicado en la playa de Varadero; el Grand Aston Cayo Las Brujas Beach Resort and Spa, que se encuentra en el Cayo de igual nombre; y Gran Muthu Imperial Hotel y Gran Muthu Rainbow Hotel, ambos situados en Cayo Guillermo.
En las reacciones al post de Marrero puede apreciarse el malestar popular ante el hecho de que la prioridad del régimen es el enriquecimiento de su cúpula. Fue esa idea la base para que el artista disidente Luis Manuel Otero Alcántara utilizara el hotel Manzana Kempinski, una de las instalaciones más icónicas de la capital, gestionada por el grupo hotelero de lujo, para crear su serie “Con todos y para el bien de unos cuantos” en el año 2017.
Para la primera obra, titulada "¿Dónde está Mella?", Otero Alcántara se instaló en la galería de tiendas de lujo de la planta baja del hotel con una imagen de Julio Antonio Mella sobre sus hombros que le cubría la cabeza, en señal de protesta por el retiro del busto del líder comunista cuando el antiguo edificio de la Manzana de Gómez fue restaurado.
En su segunda entrega, el artista, hoy privado de libertad por razones políticas, realizó el sorteo simbólico de una habitación en el hotel de lujo, y su tercera obra, "Lo que a Michelangelo Pistoletto no se le ocurrió", es una fotografía suya con “una mandarria en la mano”, justo cuando amaga con golpear el cristal del establecimiento de lujo.