Los borrachos del barrio hacen recuento en la desescalada

Bebedores cotidianos de Jaimanitas hacen un sui géneris repaso de lo que ha significado para ellos el confinamiento por la epidemia de COVID-19
Alcoholismo en Cuba
 

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Luego de varios meses de reclusión forzada, producto del coronavirus, la cuarentena fue suspendida y comienza una etapa que llaman “desescalada”. Los borrachos del pueblo se reunieron bajo el pino de la playa La Conchita, su puesto de mando, y recuentan los momentos vividos.

El expelotero Carlos Brito, estrella malograda del equipo capitalino, dice estar molesto porque debieron declarar a los borrachos grupo de riesgo para recibir los beneficios, pero el Kiki no estuvo de acuerdo y alegó que entonces tenían que declarar a media Cuba grupo de riesgo, porque lo único que no faltó en la cuarentena fue el alcohol.

“Y vean un dato interesante: ningún borracho padeció el virus, ni murió por él. Hagamos un pase de lista y se darán cuenta que todos los que faltan murieron antes del COVID-19: Pastrana, Patica, Harina, el zurdo, Ezequiel Miranda, el güiro, que fue nuestro presidente por muchos años, y así todos los demás, pero ninguno por coronavirus. Moraleja: el alcohol, el mejor antídoto”.

Carlos Brito aparece en un libro de estadísticas del béisbol cubano, luego del campeonato donde quedó líder en dos departamentos, pero ese mismo año se tiró a la bebida, dejó de jugar, se volvió asiduo al grupo bajo el pino de La Conchita. Su madre Rosa le llevaba la comida y le rogaba que regresara al estadio, pero Carlos, borracho sobre la arena, le decía: vete mamá, no quiero jugar.

Otro pelotero frustrado en su primer año es el zurdo, a quien la fama lo eclipsó, y también la indisciplina. Trajo una botella de alcohol y, mientras, recuerda anécdotas de su ídolo Carlos Brito en aquel año grande. Le brinda tragos a sus amigos en un vaso desechable que encontró en la arena. El alcohol lo compran en la farmacia, puro. Lo rebajan con agua y le adicionan caramelos para matarle el tufo.

El zurdo cuenta su experiencia en la cuarentena y asegura que jamás en su vida comió tanto como en estos tres meses.

“Sé que mucha gente la pasó negra, pero nosotros en mi casa tuvimos una suerte tremenda. Se quedó varado en Cuba el novio de mi hermana, que es sueco y está enamorado como un perro y no quería irse. Como es lógico, tuvo que mantenernos, pero cuando empezó a perderse la comida se puso nervioso y ahí fue cuando le dije: tranquilo man, déjame eso a mí, cogí su teléfono y empecé a comprar por Internet, de todo man”.
 
“Di vueltas por el barrio. Hablé con los pescadores, ¿Qué hay man? Langosta, caguama, pulpo, masa de cangrejo, pescado... echa pacá… mi mamá la sargenta, que tiene gran arte para cocinar, se dio gusto en esta cuarentena. Te digo que jamás en mi vida pensé que una cuarentena fuera tan descomunal. Lo jodido del caso man fue la bebida: Havana Club Reserva, Extra Especial, siete años, wiski, ¡bah! Pura baba. Estaba loco por darme un trancazo de alcohol de verdad, man, dame acá”.

Otro renovado por el fin de la cuarentena es Fidelito, que dice que volverá a descargar la nota por la calle, soltando los discursos del Máximo Líder: “Estamos en el momento decisivo. Somos hoy más fuertes que nunca”. Sentado en una raíz escucha callado al auditorio, se da el trago que le pasa el Zurdo y regresa a su mutismo, como si estuviera preparando un discurso.

También está presente en el recuento José Díaz Santacruz, el pintor de la aguja de abanico símbolo de Jaimanitas, que se mantuvo por años presidiendo la entrada del pueblo y fue retirada por el gobierno sin consulta popular, para colocar en su lugar una obra del artista José Fuster.  

José Díaz es un personaje emblemático del folclor y alaba el toque de caramelo conseguido por el zurdo en su botella y saca otra de debajo de la camisa y pide que la prueben. La botella hace un recorrido completo y termina en la mano de Carlos Brito, que la levanta y pide un brindis por los que sobrevivieron en la pandemia.

Se da un trago largo y eructa. Luego pide un minuto de silencio por los que ya no están, y vuelve a recalcar como un dato importante que todos los que se fueron lo hicieron antes del coronavirus: Matojo, Galván, Virulilla, Pipo, Caimanera, Alcides y un individuo apodado Prematuro, que llevaba poco tiempo en el grupo y que en medio de una alocución bajo el pino vomitó el hígado y no alcanzó a llegar vivo al hospital Calixto García.

 

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