Lejos de solucionarse, los problemas con el agua destinada al consumo humano en Cienfuegos persisten y de ello ya dan cuenta con ánimo fuertemente crítico hasta los medios oficialistas. A los hogares de la central provincia cubana el vital líquido llega lleno de “fango, babosas y fetidez”, como denuncian publicaciones en redes sociales, sin que hasta ahora se divise cuándo realmente se tendrá acceso a un agua potable y segura para la salud.
El medio local oficialista ‘5 de Septiembre’ abordó el fenómeno sin dar esperanza alguna, muestra de lo difícil que resulta en la isla garantizar incluso los servicios más básicos. En un artículo titulado “Agua potable en Cienfuegos: la filosofía de Tom y Jerry”, se concluye que por ahora, hasta que lleguen soluciones integrales y no parcheados o remiendos, “el agua achocolatada”, vaya eufemismo para referirse a un agua turbia, sucia e imbebible, perseguirá a los cienfuegueros “como mismo el gato Tom al pícaro Jerry, en conflicto y persecución, risa y dolo”.
Tras unos días de descanso y de recibir un agua menos sucia de lo habitual, la pasada semana el 63 por ciento de los habitantes de la provincia, que consumen el agua clorada de la planta potabilizadora de Paso Bonito, volvieron a recibir un líquido con niveles de turbiedad por encima de las 100 unidades, una medida que rompe incluso lo establecido en la Norma Cubana, que da como admisible un máximo de cinco o 10 en el vaso doméstico.
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La causa de ello en esta ocasión, porque el problema data de los años 80 del pasado siglo, es una nueva falla técnica: la rotura del tubo de agua de lavado, el cual, subraya el reporte del medio oficialista, no admite remiendos, sino la sustitución total de unos 13,9 metros.
Fue esa rotura y el consecuente expendio de un agua no potable, “sucia, llena de fango, babosa, con fetidez” y que expone a la población a “un brote diarreico, enfermedades dermatológicas, de oído, parasitarias e infecciones vaginales”, como denunció una cubana en Facebook, el hecho motivó el reportaje del ‘5 de Septiembre’.
Un reportaje de los que no abundan en los medios controlados por el Partido Comunista, todos los reconocidos legalmente en la isla, y que cuestiona promesas y soluciones a medias, a la vez que hace declarar a algunos de los directivos relacionados con el abasto de agua en la provincia.
Uno de ellos, José Díaz Torres, coordinador de objetivos y programas del Gobierno Provincial que atiende la esfera hidráulica, fue particularmente sincero. Según afirmó, soluciones anteriores en Paso Bonito no han sido efectivas al 100 por ciento ni resuelven el problema de fondo que causa la turbiedad del agua.
“Es una planta con muchos años de explotación y demandaría una inversión capital (…) Ante la actual rotura, hemos logrado localizar en Ciego de Ávila los metros de tubería de polietileno de alta densidad, pero la otra parte de la armazón cilíndrica es metálica y se fabricará aquí (…) Igualmente hay que ajustar otros aditamentos a esa gran tubería antes de ponerla; todo se complejiza mucho cuando no tenemos la tecnología ni la materia prima a mano (…) Es inventiva tras inventiva”, expresó, reconociendo la carencia de medios e infraestructura para brindar a los cienfuegueros un abasto de agua realmente potable.
Según refiere la periodista, el sector hidráulico no asume la reparación capital de la planta de Paso Bonito porque tiene la esperanza de concretar alguno de estos dos proyectos millonarios: “traer el agua de la prensa Avilés a través del canal magistral o una gran inversión en una presa de Villa Clara”.
“Ambas soñadas en papeles de oficina, en agendas que todavía no pujan lo suficiente como para ver la luz del nacimiento. ¿Cuánto más hay que esperar?”, cuestiona con vehemencia, a la vez que apunta que de las inversiones que acomete el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, 23 de ellas en plantas potabilizadoras, ninguna es en Cienfuegos.
La reportera es incrédula respecto a que la reparación de la actual rotura solucione el problema. Pueden salir otros padecimientos o afectaciones en la planta, y el agua seguir llegando turbia o “achocolatada”.
“La solución final es hacer el nuevo acueducto, previsto en el esquema de desarrollo hacia 2030, según autoridades del sector, o sea, todavía pudiera quedarnos mucho tiempo de consumo de agua con niveles de turbiedad por encima de lo que establece la Norma Cubana”, concluye con cierto pesimismo.
A inicios de junio, ADN Cuba refirió cómo el color del agua que llega a hogares cienfuegueros causaba indignación en redes sociales. “Dicen que quien toma esta agua esta inmune al COVID-19. Ahora entiendo porque tan pocos casos en Cienfuegos”, ironizaba en Facebook en ese entonces Elías Álvarez, usuario de la red social que publicó fotos que mostraban un agua no apta para el consumo, así como tampoco para limpiar, cocinar o alimentar animales de cría.
Un líquido que quizás sólo sirva para que las tuberías y drenajes no mueran de inactividad, pero poco más que eso, razón por la que los cubanos que opinaron en el post ratificaron su indignación con el agua y con toda la realidad del régimen que la “provee”.
“¿Será petróleo socialista? ¡Entonces son ricos!”, ironizó un usuario, mientras que otro hizo un guiño a la gestión de Díaz-Canel y sus aportaciones a la economía cubana, diciendo que debía ser guarapo, tal y como el mandatario pidió para toda Cuba.
Sea lo que fuere, lo único claro es que la imagen del agua más que turbia, más que no potable, en Cienfuegos, es una muestra paradigmática de lo que es Cuba desde hace años, con pandemia o sin ella: una isla en la que incluso lo más esencial es, si no invisible a los ojos, escaso y de cuestionable calidad.