La granja de ceba de claria Santa María, de Pinar del Río, reintrodujo la crianza de la langosta de agua dulce en sus producciones… ¿las probará el pueblo? Claro que no: todas son para la exportación.
Según declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias de Riquelmes Álvarez Vargas, director de la empresa, ya están en el puerto de San Luis los primeros 150 kilogramos de la especie para su comercialización en el exterior, donde es muy demandada por sus propiedades nutricionales y sabor, muy similar al de la langosta de mar.
Allí fueron establecidas las condiciones para su desarrollo: en un espacio creado para ello desovaron 3500 alevines, mientras los animales en proceso de gestación son separados del resto de la masa y trasladados a otro acuatorio, donde son protegidos.
El funcionario aseguró que hace años, la langosta de agua dulce fue introducida en la granja, pero por “algunas razones” —no dijo cuáles— cesó su producción, y ahora se retomó esta alternativa “en bien de la economía de la nación”, afectada por la crisis económica mundial causada por la pandemia y por la “intensificación del bloqueo norteamericano contra Cuba”.
La langosta de agua dulce es un crustáceo originario de Australia, considerado en ese país como una especie sumamente promisoria para su cultivo. Se ha diseminado en muchos lugares del mundo y, gracias a su textura y el sabor de su carne, es una especie con alto valor gastronómico.
Es de muy fina textura, con cierto sabor semi-dulce, y excelente de acuerdo a las degustaciones realizadas por chefs europeos y australianos. Son muy versátiles para la cocina y debido a su similitud con la langosta de mar, muchas de las recetas de éstas, suelen adaptarse perfectamente.
¿Qué queda para el pueblo? Claria y más claria, ese temible pez devorador de ratones, pececillos y ranas, que un día llegó a la isla procedente de Tailandia y se ha diseminado por todo el país, menguando a su paso las especies nativas de nuestros ríos.
Y eso con suerte, porque debido a la escasez generalizada, debería considerarse afortunado aquel que encuentre una claria para llevar a la mesa.