La mutación de los esbirros de hoy

Lo sufrido por kiwi con la policía, que decomisó sus pargos destinados a la venta para el mantenimiento de la familia, hace recordar la inhumanidad y falta de simpatía por el pueblo que el régimen refiere de los esbirros batistianos
Muchos policías en Cuba han mutado hasta ser peor que algunos esbirros batistianos
 

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Mi amigo el kiwi está enfadado. La policía acaba de decomisarle en el punto de control de La Palma, en Pinar del Río, 205 libras de pescado. Además, le impusieron una multa de cinco mil pesos. Está indignado.

“Y con toda razón. Yo nací en La Coloma. Toda la vida mi familia siempre vivió del mar. Por décadas hemos esperado la primera quincena de junio para la corrida del pargo sanjuanero, curricanear, y sacarle el máximo provecho. Es un esfuerzo humano grande, para que al final te detengan en el punto de control y te lo quiten todo. Es un atropello con mayúsculas lo que nos han hecho”.

La corrida del pargo sanjuanero es una tradición, muy esperada en los pueblos del litoral norte de Cuba desde tiempos inmemoriales. Son los pargos grandes que entran a la costa después de desovar y los cubanos hacen zafra. Pero este año la zafra la hicieron los policías, que le quitaron todo el pescado al kiwi y a sus amigos.

“Son verdaderos parásitos, esos policías. Y peor aún, sus jefes”, dijo kiwi.

El vehículo donde trasportaban el pescado de Pinar del Río a La Habana es propiedad de Armando. Aunque pesca, lo de Armando es manejar. No firmó el recibo de multa. Ninguno de los tripulantes del vehículo lo firmaron. Al policía no le dio ni frío ni calor, dijo que ya se las verían con los tribunales. Lo de ellos era el pescado.

Tuto, que es primo del kiwi y fue quien compró las carnadas, los plomos y los anzuelos, y fue quien más pargos sacó, rogó al policía que tuviera en cuenta que, descontando las cabezas, las colas, los espinazos y tripas, ahí no había tantas libras de pescado como para alarmarse y realizar un decomiso.

“Tenemos hijos… familia… ahora mismo no tenemos nada que comer en la casa. Y, además, esa multa astronómica…”. El policía ni se inmutó, terminó de sacar los pargos del maletero y les dijo: “Pueden irse”.

Tuto le preguntó al policía ¿qué iban a hacer con el pescado? El agente respondió que lo iban a entregar al Mercomar, para el pueblo.

“¡Mentira!”, le dijo Tuto en la cara al policía. “El Mercomar está cerrado. Lo cogieron para la venta de hipoclorito”.

Tuto vio por detrás del policía, en la pared de la estación, viejas fotos de esbirros batistianos. Estaban allí como recuerdo de la represión y la injustica de los tiempos de Batista que la revolución erradicó.

“Tú eres peor que esos batistianos”, le señaló Tuto. “Que yo sepa nunca esa gente decomisó nuestro pescado, porque era una tradición de estos pueblos costeros la corrida del pargo sanjuanero. Pero ojalá que seas tú quien te comas los pargos, porque se ve que eres un muerto de hambre, y no tengas que entregárselos dócilmente a esos barrigones coroneles y generales que desde sus casas te ordenan que hagas para ellos el trabajo sucio”.

Al policía no le interesó su alocución. Como un robot le dijo a Armando que moviera el vehículo, que iba a entrar otro decomiso a la unidad.

 

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