La libreta de abastecimiento adquirió un nuevo uso en Sancti Spíritus y Holguín, donde hay que presentarlas para poder comprar en las llamadas tiendas liberadas, ironía donde las haya, pues se supone que esas tiendas son para comparar sin productos regulados… por la libreta de abastecimiento.
“El retroceso es tan grande que lo que estaba en venta en moneda libremente convertible ahora también está racionando por la libreta. Y eso no es todo: es el único ejemplo en el mundo de una libreta [de racionamiento] que prácticamente está a punto de cumplir sesenta años”, aseguró a Radio Martí el sociólogo Dimas Castellanos.
En Sancti Spíritus, por ejemplo, el gobierno autoriza cada día a 300 núcleos familiares a comprar productos como pollo, aceite y útiles de aseo, previa presentación de la “libreta” como identificación.
“Aunque en la libreta de abastecimiento tiene en su portada una línea donde dice que este no es un documento de identificación, a la larga ha tomado ese punto porque en las tiendas en CUC, donde también se puede pagar ahora en CUP, de alguna manera se convierte en un documento de identificación, porque te marcan en esa libreta, ese documento el producto que compraste de forma regulada”, explicó el periodista.
Esta modalidad se aplica en otras provincias, como medio para enfrentar la escasez de productos en la isla, resultado de la ineficiencia del sistema tanto como de la crisis provocada por el coronavirus.
Pero incluso el régimen llega a nuevos excesos e “innovaciones” con esta sobreviviente de la Guerra Fría. Medios de Matanzas anunciaron que “es oficial la próxima instauración en las tiendas de [las cadenas estatales] CIMEX y TRD” de una aplicación informática que regulará la venta de productos de alta demanda por núcleo familiar y Consejo Popular de residencia.
¿Cómo apareció este artilugio? Hace sesenta años la naciente “Revolución Cubana” creó un sistema de subvención y racionamiento de los alimentos con el objetivo de garantizar que los productos básicos fueran asequibles a toda la población.
La Libreta tuvo y tiene defensores y detractores. Los ciudadanos se dividen entre quienes temen que su desaparición provoque hambre entre los pobres y quienes creen que es más barato subvencionar a las personas que a los productos.
Y entre los detractores están quienes ven a “la libreta” como un recordatorio de la miseria, de la incapacidad del régimen para dar comida suficiente a todos los cubanos, un problema crónico que persiste desde el mismo triunfo de la “revolución”.
En la actualidad Cuba gasta más de 1000 millones de dólares anuales en subvenciones a los alimentos que se entregan a través la Libreta de Abastecimientos a todos los ciudadanos, los cuales solo pagan un 12% del valor real de los productos.
En 2011, Raúl Castro justificó la eliminación gradual de la libreta, porque además de ser "una carga insoportable" para el Estado, desalienta el trabajo y genera "ilegalidades", pero ahí sigue, como los destartalados autos de la era soviética que, por no tener dinero ni opciones para reponerlos, los cubanos continúan usando con remiendos y tapones.