Por un salario de 225 pesos al mes (equivalente a unos nueve dólares), Rosa Gómez Montoya trabajaba en la UBPC “30 de noviembre” del municipio Songo-La Maya, en la provincia de Santiago de Cuba.
En esa Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) “cuidaba la caña para que no fuera quemada, desyerbaba la tierra, toreaba vacas, movía el ganado”, pero ahora resulta que fue expulsada de este centro porque su jefe le dijo que “solo tienen trabajo para hombres”.
En un video publicado en el medio independiente Cubanet, Rosa detalló que por un argumento sexista quedó desamparada en medio de la pandemia de la COVID-19.
“Me expulsan del trabajo porque dice el jefe que no tiene trabajo para mí, tiene solo para hombres, cuando siempre he hecho cualquier tipo de trabajo”.
Cuando el gobierno cubano comenzó a implementar medidas para contener el nuevo virus, Marta Elena Feito Cabrera, al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en el país afirmó: “Cuando no sea posible reubicar a los trabajadores durante el primer mes, van a recibir una garantía salarial equivalente al 100 por ciento de su salario. Aquí se incorpora una nueva medida, que durante el periodo que se mantenga esta situación el trabajador interrumpo podrá cobrar luego de ese primer mes, el 60 por ciento de su salario”.
Sin embargo, Rosa Gómez afirma que “todo es un engaño (…) una cosa dicen por el televisor y otra es la realidad”.
Luego de explicarle a su jefe sobre esto que habían informado oficialmente y exigirle su salario, le dijeron que “ellos no tienen presupuesto para pagarme”.
Ahora, la trabajadora rural se siente “súper engañada por el gobierno, viven echándole mentira a una”.
Esta habitante de Songo-La Maya, territorio montañoso de la Sierra Maestra que fue bastión de Castro y sus Rebeldes, comentó angustiada que “vuelvo a ser engañada”.
“Tenía trabajo y me lo vuelven a quitar. Estoy sin alimentos, sin medicinas, tengo una niña enferma y un esposo que es inválido de una pierna”.
La ministra del Trabajo y Seguridad Social, había dicho que a las personas vulnerables en el contexto de la pandemia debía ofrecerse una atención especial. Sin embargo, por un lado va el discurso público que presumen de políticas de enfoque de género, no discriminación e igualdad social, y por otro rumbo marcha la penosa realidad de muchos cubanos, particularmente mujeres.
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“Nadie en Cuba se va a quedar desamparado ante la situación por la que estamos atravesando”, se escucha decir a la Ministra de Trabajo y Seguridad Social en un discurso trasmitido por televisión nacional.
Pero la de verdad de Rosa Gómez evidencia otro panorama: “Mi jefe me dijo que viera a la trabajadora social, a ver dónde me ubica. Pero yo no la puedo ver, ella radica en el Ministerio de Trabajo [Songo-La Maya se encuentra 29 km de la cabecera provincial]. Yo no puedo ir allá, ella no va a venir aquí. Solo me queda esperar los 147 pesos de la chequera de mi esposo”.
Al final de su testimonio, Rosa deja un mensaje al gobierno cubano: “soy una mujer trabajadora, desempleada, sin trabajo y con una niña enferma, no tengo de qué vivir. Y, ¿dónde está el Partido, la Federación de Mujeres, los CDR, los trabajadores sociales? Todo es un engaño (…) Atiendan a su pueblo, que estamos viviendo en la miseria. Dicen que esta Revolución es de los humildes y para los humildes… y esta Revolución es de los ricos, los más ricos y los que tienen más”.