El doctor cubano Alexander Pupo Casas contó en sus redes sociales que se enfermó gravemente de COVID-19 y decidió quedarse en su casa, en un momento donde "adquirir una cama para tratamiento en un hospital es un privilegio al que no todos pueden acceder".
Según explicó Pupo Casas en su Facebook este 1 de septiembre, tuvo fiebre de 39 grados por más de diez días, tos, falta de aire y perdió 15 kilogramos en aproximadamente tres semanas de enfermedad.
A pesar de su estado de salud se quedó en su vivienda, porque "sé que para mí entrar a un hospital y someterme a un tratamiento o a cualquier procedimiento médico conlleva un riesgo alto, que en mi caso particular estoy dispuesto a evitar lo más que se pueda. Jamás dudaría de las buenas intenciones de mis colegas, pero sé las cosas que pueden ocurrir a puertas cerradas y con la presión adecuada. Por todo esto había decidido desde mucho antes, que de contraer el virus pasaría mi enfermedad en casa y tomaría mis propios riesgos", señaló debido a su oposición al régimen.
Pupo Casas dijo que "tampoco quería quedar a merced de la Seguridad del Estado dentro de una institución de salud. Así me tocó ser uno más de los que sufrió en carne propia las deficiencias de un sistema decadente, incapaz de garantizar siquiera una atención de salud medianamente adecuada a su pueblo".
De acuerdo con Pupo Casas se vio obligado a consumir medicamentos con más de dos años de vencimiento, a comprar otros a precios elevados en el mercado informal y a adaptar su organismo a combinaciones medicamentosas "que en condiciones óptimas ni se me ocurrirían, solo para sobrevivir".
El doctor Pupo Casas denunció que una persona intentó venderle un tratamiento de rocephin a 25,000 pesos cubanos (1000 dólares) y 4000 pesos cubanos (160 dólares) por un tratamiento de azitromicina.
"Sentí la impotencia que deben sentir muchos al saber que su vida depende de un sistema corrupto que no se preocupa por otra cosa que por sus números ante la opinión pública internacional".
Pupo Casas aseguró que ya se está recuperando, pero la COVID-19 le dejó secuelas aun por definir y síntomas que solo se tratará "en un hospital donde pueda ser atendido sin el temor a que una 'iatrogenia o error médico' o simplemente una casualidad puedan complicar más mi salud".
Por último agradeció a personas "que no me abandonaron en ese momento tan difícil".
La Isla continúa en emergencia sanitaria, aunque los datos oficiales del Ministerio de Salud Pública (Minsap) muestran una mejoría en la última semana.
Al cierre del 31 de agosto el país registró 6609 nuevos contagios de coronavirus y 74 fallecidos, según el parte del Minsap.
Se atienden en las terapias intensivas 440 pacientes confirmados, de ellos 150 críticos y 290 graves.