Una larga cola de “hambrientos” se observaba el 17 de enero en una calle concurrida de San Clara para comprar pizza y pan, dos de los productos que escasean en Cuba actualmente y que los habitantes de la isla buscan cuando salen en los expendios del Estado.
Las imágenes fueron captadas por una militante de la organización opositora FANTU, Yaima Elena Pérez López, en la calle Juan Bruno Zayas e Independencia (Boulevard), de la capital provincial de Villa Clara.
Hay hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, todos con rostros tristes, algunos francamente demacrados. “Qué hambre y necesidad”, se escucha decir a Pérez López mientras filma la sucesión de cuerpos que ocupa la calle villaclareña.
El líder opositor Guillermo “Coco” Fariñas compartió la publicación en redes sociales y comentó: “cuándo un gobierno no puede garantizarle la alimentación a sus gobernados, ese gobierno debe abandonar el poder”.
Filas como esta, y alguna incluso más desordenadas, que terminan en riñas tumultuarias, se suceden en Cuba desde hace años, pero con mayor frecuencia desde 2020, cuando la pandemia agravó la crisis económica y puso al régimen cubano al borde de la bancarrota.
Alimentos, productos de higiene y medicamentos “están perdidos” en la Isla —como dice la voz popular— y los cubanos deben agenciárselas para conseguir lo poco que hay en los almacenes del Estado.
Durante las fiestas decembrinas, en redes sociales e incluso la prensa oficialista se vieron imágenes de cientos de personas agolpadas a la salida de los comercios estatales que vendían carne de cerdo o pavo, con tal de conseguir un trozo para su familia.
Por si fuera poco, la incertidumbre ante el inicio del llamado “ordenamiento” en enero ha acelerado la llegada de la inflación, que los economistas anticipan será superior a la prevista por el gobierno y amenaza con difuminar los cacareados aumentos salariales y de pensiones.
Incluso las tiendas en MLC, que comenzaron operaciones a mediados del año pasado y donde el gobierno vende lo básico a precio de oro y en dólares, comienzan a sentir la escasez generalizada. “No hay nada”, se escucha decir a los cubanos en todas partes.
Mientras tanto, el régimen no sede y continúa sin hacer las reformas económicas necesarias para que la economía cubana florezca y prospere bajo los principios del libre mercado.