Miriela Cruz llegó el 11 de julio a la estación de policía de San José de las Lajas, se quitó la blusa y dejó al descubierto, frente a los oficiales y agentes, un pullover donde se leían las consignas “abajo la dictadura”, “no más hambre”, “no más represión” y “patria y vida”.
Miriela logró lo que deseaba: al momento fue arrestada. Esa fue la manera que encontró para compartir la suerte de su hijo, Dayron Fanego, detenido durante las protestas de ese mismo día en el municipio mayabequense.
La madre fue llevada a la prisión conocida como el Sidatorio, en San José, a pesar de ser paciente de cáncer de pulmón.
Allí padeció todo tipo de vejámenes, según contó a la activista Anamely Ramos, del Movimiento San Isidro, quien compartió con el mundo este testimonio que retrata la faz descarnada de la represión en Cuba.
“En mi celda éramos 20 mujeres y teníamos un vaso para todas; tomábamos agua de un cubo que había en el baño. Todo estaba sucio y sin higiene”.
“Obligaban a las personas a decir ‘viva Díaz-Canel’ y ‘viva Cuba’ a base de golpes. Vi a personas con brazos fracturados, con golpes en la cabeza…”, agregó.
“Me dieron golpes sin piedad —comentó Miriela—. Le dieron golpes a mi hijo, a los muchachos que se llevaron con él. A todos les dieron golpes. A mí, de tanto que me dieron, llegué defecando a la prisión”,
“Otro detalle: las personas que llevaban teléfonos, como mi hijo, los obligaron a dar el PIN de sus celulares, para ellos poder entrar y borrar la información”, subrayó.
La soltaron después de 7 días y le hicieron firmar un papel que decía que estaba acusada de robo con fuerza. Ella les dijo a los oficiales que sin espejuelos no veía casi nada, pero ellos insistieron que solo era el papel de la fianza.
Miriela, sin embargo, no está preocupada por ella sino por su hijo, es para él que ha reservado el poco dinero que le queda y ha contratado abogado.
Como ella, muchas madres cubanas han hecho lo imposible por conocer el paradero de sus hijos, aliviar su dolor y denunciar la represión. Algunos, como la propia Miriela, se sobrepusieron al miedo de confiar sus penas a la prensa independiente, perseguida y anatemizada por el régimen cubano.
Aunque la información que llega de Cuba se filtra al espacio público a cuenta gotas, desde el 11 de julio, día en que estallaron las protestas, no han dejado de publicarse testimonios de personas encarceladas, golpeadas e intimidades por las fuerzas del orden público.
Cubalex, organización independiente que brinda asesoría legal en la isla, suma más de 600 personas desaparecidas. Medios independientes han reportado la represión contra los manifestantes, que incluye golpizas y el uso de armas de fuego.
Hasta el momento, el gobierno cubano solo ha reconocido la muerte de una persona, Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años y residente en el municipio de Arroyo Naranjo, de quien la nota oficial no da las causas del deceso.