Gilberto Francisco Ramírez Martínez, exempleado del sistema de Educación Pública en Cuba, sobrevive en una casa de madera a punto de derrumbarse, cerca del central azucarero “Patria o Muerte”, en el municipio Morón de la provincia de Ciego de Ávila.
Es portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Necesita cuidados y condiciones de vida especiales, pero la pensión que recibe por Asistencia Social no le alcanza para comer, duerme con temor a que le caiga el techo encima.
El anciano lleva “como dos años correteando” sin éxito, para buscar ayuda y arreglar la casa. “No me han robado porque no tengo nada de valor que puedan quitarme”, dice Gilberto a ADN Cuba, señalando lo huecos en las maltrechas paredes de madera.
Sebe que donde vive está en peligro de ser víctima de un derrumbe. Está “cansado de ir al Bufete Colectivo de aquí, donde está la abogada que me trata, y simplemente por no querer buscar [ella] los documentos en el Registro de Morón para obtener la fecha de matrimonio de mis difuntos padres, no me realizan los trámites”.
Gilberto tiene, incluso, documentos que acreditan la propiedad de la casa. Los tuvo que pagar varias veces porque se le mojaron debido a un hueco en el techo.
Además, ahorró 450 pesos de su chequera para pagar a la abogada, quien debe enviar los documentos a La Habana, pero según el afectado “no les da el deseo de buscar en los libros viejos del año 1955 la fecha exacta del casamiento de mis padres”.
“Cuando empieza a llover, es más adentro que afuera. Y no tenemos ni agua para servicios sanitarios. No hay condiciones de vida… Ninguna”, lamenta Gilberto, quien trabajó durante 37 años en Educación. Ese currículo no le sirvió para nada cuando trató de obtener una chequera de jubilado de ese organismo.
“Estoy casi ciego, tanto que no me pueden graduar más la vista. Llevaba 10 años desvinculado [del trabajo] y de nada me valió el expediente tan lindo que tengo ahí guardado, no me dieron un retiro por Educación, sino una ayuda por Asistencia Social”.
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Además, está inscrito en el Sistema de Atención a la Familia (SAF), donde venden a personas vulnerables algunos alimentos a precios menores. Tras el aumento de precios de la Tarea Ordenamiento, se ve obligado a “dejar en el comedor la mitad de las cosas que me dan, cojo lo esencial, nada más, porque igual está carísimo, 30 pesos diarios”, afirma.
Para apuntalar parte de la casa con unos bloques, pagó 3 184 pesos gracias a un préstamo de familiares y otras personas caritativas. “Quieren ayudarme porque dicen que no saben cómo es que hay este abuso conmigo”, lamenta Gilberto.
“Soy una persona muy enferma. Yo no sabía nada y hace unos 10 años soy portador de VIH y estoy con medicamentos. Pasé un estado de gravedad hace poco porque las pastillas que tomo son extranjeras y no venían al país”.
Al anciano le preocupa que en cualquier momento su casa pueda caerle encima. Cuando anuncian un huracán un vecino lo busca para evacuarlo temprano, previendo un desenlace fatal.
A pesar de la miseria en que vive Gilberto Francisco Ramírez y los años dedicados a la Educación, está abandonado por las instituciones estatales de Ciego de Ávila.
“A mí no me han dado ni una toalla, ni una sabanita siquiera. Lo que tengo me lo regala una prima”, concluyó Gilberto su testimonio para ADN Cuba, en su humilde vivienda del central “Patria o Muerte”.