Este 2021 se abrirá la Cátedra de Música Popular en la Escuela Nacional de Música, tras años de discriminación desde las instituciones hacia este género tan cubano.
Según anunció la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el nuevo espacio estará dirigido por el saxofonista, Janio Abreu Morcate; y participarán Enrique Plá, Emilio Morales, José Hermida, Alejandro Falcón, Enrique Lazaga, Alejandro Calzadilla, José Julián Morejón y Fabricio Pereira Brasileño.
"Hemos tenido el apoyo incondicional de la directora de la escuela, la santiaguera Dulce Avón Mazar. Esta es una cátedra que rompe cañones de un Plan de Estudio que no había evolucionado por casi medio siglo. Lo que existió anteriormente fueron talleres que nunca tuvieron la seriedad y el rigor que se requiere. Algunos solamente duraron una semana, en verdad no hubo voluntad", recogen declaraciones a la UNEAC.
La propia organización estatal reconoció que 'era un verdadero contrasentido' que los músicos de la academia no estudiaran ni interpretaran su propia música.
Incluso en la nota se mencionó a varios artistas famosos de la isla, que fueron dados de baja de los conservatorios por tocar música cubana.
Entre ellos, José Luis Cortés, Enrique Plá, Arturo Sandoval, Juan Pablo Torres y Emiliano Salvador.
Por otro lado, las reacciones a raíz de esta noticia no se hicieron esperar.
La artista visual, Salomé García Bacallao escribió en Facebook: "60 años después, casi, de la fundación del sistema nacional de escuelas de arte. 60 años hubo que esperar para que en el nivel medio se enseñe música popular. Para que a los niños no les digan que tocar jazz o salsa en los pianos es darle golpes, cuando esa es la única música de la que se puede vivir en la isla. Eso es para que midan la profundidad del clasismo y racismo de la sociedad cubana, institucionalizados en la política cultural.
A su publicación llegaron más de una decena de comentarios contando anécdotas de la marginación de esta música en las escuelas del país.
La trombonista, Diana Osumy Sainz Mena, contó que recibían "castigos y censura si hacíamos un tumbao en el piano. Crecimos pensando que era un delito amar la música popular. Muy triste.
Menos mal las próximas generaciones no lo sufrirán".