Elizabeth Camejo vivía con su hijo pequeño y enfermo en un tugurio a punto de derrumbe, en un solar en Luyanó. Era la hija de una mujer que trabajó durante 28 años en una microbrigada de la construcción, buscando ganarse un apartamento, y murió sin ver el fruto de su esfuerzo.
Tras su deceso, su hija Elizabeth fue a la empresa a buscar el expediente de su madre para seguir el caso y allí le dijeron que el expediente se había perdido y debía abrir un expediente nuevo. “Veintiocho años de espera otra vez”, dice Elizabeth, y cuenta el periplo de su mamá en las microbrigadas por casi tres décadas, tras la casa de sus sueños que nunca llegó.
“Éramos 11 personas en un cuartucho pequeño, no cabíamos en tan poco espacio. En 1992 mi madre comenzó a escribir cartas al Consejo de Estado, explicando su caso, pero nunca recibió respuestas. En el 98 se metió a trabajar en las microbrigadas para ver si resolvía nuestro problema de vivienda, recibió cursos de albañil y azulejería, obtuvo diplomas y reconocimientos por su disciplina, por cumplir con la emulación y por resultar trabajadora destacada”.
“Mi mamá era el número 8 en el escalafón para la entrega de viviendas. Y nunca le dieron nada. En el 2003 fue operada de urgencia por un fibroma, producto del esfuerzo en el trabajo de construcción, y la reasignaron como custodio de las obras en ejecución. Siguió escribiendo sobre su caso a todas partes y siempre fueron intentos fallidos. Murió sin ver nunca su casa. Ahora su expediente está perdido”.
Elizabeth continuó el vía crucis de su madre, esta vez como madre soltera de un niño con un padecimiento de asma bronquial persistente severa. Vive en un cuartucho infrahumano a punto de desplomarse, pero tampoco recibió respuestas.
“Me enteré que la antigua fábrica de cocinas Estrella Roja había sido adaptada para viviendas de damnificados del tornado y que habían apartamentos vacíos. Abrí la puerta de uno y me instalé con mi hijo. Así también hicieron otras madres con niños que deambulaban por La Habana, sin un sitio donde vivir. Pero ya los funcionarios del estado comenzaron a hostigarnos”.
“Nos amenazan con enviar a la Policía y sacarnos a la calle. Nosotros estamos aquí porque no tenemos donde vivir. Yo estoy con mi hijo en este sitio que tiene mucha humedad, se filtra, hay polvo y estamos durmiendo en el piso porque no tenemos ni un colchón, pero por lo menos es un techo”.
Elizabeth vive con miedo a que en cualquier momento lleguen y la expulsen de allí, con sus hijos y sus pocas pertenencias.
“Ya han sacado a otras madres que como yo se metieron en los apartamentos vacíos de Estrella Roja. Pero regresan y se meten de nuevo. Necesitan una vivienda urgente, como sea, como la buscó mi mamá rompiéndose el lomo por 28 años y murió sin verla. Como la busco yo, para educar a mi hijo y terminar de una vez con nuestra pesadilla”.