Ubre Blanca es conocida por muchos cubanos que vieron cómo en los 80 se le exaltó casi al punto de ser un símbolo patrio. De raza F2 cubana, producto del cruce de dos razas, la Holstein, de alta producción lechera, y la Cebú, resistente al calor tropical, la vaca de la Isla de la Juventud se hizo famosa a nivel mundial por la cantidad de litros de leche que daba día a día.
Ello le valió para varios récords Guinness, pero también para indirectamente coronar una obsesión de la dirigencia “revolucionaria”, sobre todo Fidel Castro, que quiso hacer de la vaca una epopeya económica que convirtiese a Cuba en “la Suiza de América Latina”, en lo que a producción de leche y derivados lácteos se refiere.
Lógicamente, el tiempo demostraría que la eficiente Ubre Blanca era única. No todas las F2 daban el mismo rendimiento y al final Cuba no llegó nunca a emular ni con Suiza ni con ninguna otra potencia láctea o pecuaria.
Si bien la historia es harto conocida, hoy el Tribuna de La Habana la revive para compartir el testimonio y anécdotas de Arnoldo Carreño Martínez, quien tiene el mérito de haber descubierto a la famosa Ubre Blanca.
De todo lo recordado por éste, a sus 67 años, lo más curioso es cómo la productiva vaca llegó a parar incluso plenarias, puesto que sólo se dejaba ordeñar por el nacido en Puerto Padre, provincia Las Tunas.
Sabido es por todos la importancia que en el día a día cubano tienen las reuniones de toda índole. No porque sean útiles para el mejoramiento económico y político, sino porque son la esencia de un sistema que apela al compromiso verbal de sus ciudadanos, aunque sea simulado, en espacios que dan, o pretenden hacer ver que dan, escasas cuotas de participación.
Sin embargo, en sus tiempos de generosidad lechera, Ubre Blanca paró incluso plenarias de presunta importancia. Según narró a Tribuna Carreño Hernández, la vaca “se adaptó mucho” a él. “Si alguien le abría la puerta del cubículo daba vueltas y no salía hasta tanto yo no le dijera Ubre Blanca, dale que estamos atrasados; entonces venía derechita”.
Por esa “química” entre la vaca y su ordeñador habitual, se produjo el curioso episodio narrado por éste:
“Como yo debía irme durante varios días a una plenaria en La Habana, se la encomendé al vaquero Juan Morales. En medio de la reunión entró un policía y le pidió permiso al Comandante para anunciar que de la Isla habían mandado a decir que ella no se dejaba tocar. Fidel miró el reloj, y al ver que faltaban 15 minutos para la salida del avión dijo: ¿Qué ustedes creen si paramos para que El Guajiro vaya a ordenar la vaca? Así se hizo todos los días que duró la plenaria”.
Y así se resalta otra historia asociada a la mítica vaca, que hizo soñar a Fidel con un paraíso lechero en Cuba, porque pensó que todas las resultantes de los cruces darían 25-26 litros por día. Sin embargo, como la realidad ha demostrado, Ubre Blanca fue un fenómeno y no una tendencia capaz de hacer que hoy en Cuba no escasease la leche.