El tren La Habana-Sancti Spíritus es una calamidad

En los momentos actuales es altamente peligroso que circule un tren con los coches en estas condiciones, declaró una comisión técnica
Espirituanos a un lado de la bestia sobre rieles
 

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Después de un reportaje publicado en el periódico espirituano Escambray, una inspección realizada al tren Sancti Spíritus-La Habana comprobó el estado calamitoso de ese trasto que nadie sabe cómo puede moverse hasta la capital de la Isla.

“El estado técnico de confort de estos equipos es extremadamente crítico. Las deficiencias que presenta causan molestias e irritación en los viajeros que hacen uso de este servicio (…). En los momentos actuales es altamente peligroso que circule un tren con los coches en estas condiciones”, declaró el informe de la comisión técnica.  

De acuerdo con el dictamen, entre las principales deficiencias se encuentra el piso en pésimo estado, la iluminación insuficiente, la falta de medidas contraincendios y de abastecimiento de agua potable, y la ausencia de cojines en varios asientos.

Las fotos publicadas en Escambray añaden otros defectos: pisos cuarteados, que provocaron lesiones de tobillo a dos personas, y puertas rotas o a punto de caer, que ponen en peligro la seguridad de los pasajeros.

Entre las recomendaciones de la inspección se encuentran sustituir estos equipos de transportación y, si no es posible, analizar si es conveniente o no la circulación del tren en las condiciones actuales.


El periodista de Escambray al parecer viajó en el tren hasta la provincia de Matanzas para conocer personalmente el viacrucis. En su reportaje agregó el pésimo servicio a la triste reputación del “espirituano”, como llamaban en aquella provincia al cachivache rodante.

Sin agua en los baños y con un hedor tremebundo que todo lo toca, los pasajeros padecen horas de calor dentro de los coches, debido a la ventilación deficiente. Cuenta el reportaje que en las noches las cucarachas salen a pasear por los cuerpos de los viajeros y en el día, las santanillas provocan picazón y ronchas.

El maquinista nunca se arrima al andén para facilitar el trasbordo de los pasajeros, por lo que estos deben saltar a tierra, como si se tratase de una película del Oeste, a hincar los zapatos en la gravilla o los barrizales que rodean algunas estaciones.

El único toque de cordialidad en ese viaje infernal lo da la ferromoza quien, según todos las personas, trata de calmarlos y ayudarlos a soportar el calvario.

“¡Novosti, dame andén!”, la frase que da título al reportaje, es el grito de la muchacha cada vez que pide al maquinista arrimarse a la estación, a viva voz y sacando la cabeza por una de las ventanillas. Porque, así como ya lo imagina usted, el cachivache rodante ni si quiera tiene comunicación entre la locomotora y los coches.   

 

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