El senador Bob Menéndez (D-N.J.), presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, junto con los senadores Dick Durbin (D-Ill.), Ben Cardin (D-Md.) y Sherrod Brown (D-Ohio), "expresaron preocupación por la posición del presidente brasileño Jair Bolsonaro con respecto a las normas democráticas de su país".
En una carta dirigida al secretario de Estado Antony Blinken, los cuatro senadores le pidieron a la administración Biden que priorice la situación política de Brasil como parte de sus iniciativas diplomáticas "para defender los principios democráticos en el Hemisferio Occidental".
“En varias ocasiones, el presidente Bolsonaro ha reiterado que sólo pondrá fin a su actual mandato al ser ‘encarcelado, asesinado o victorioso’. Este tipo de lenguaje imprudente es peligroso en cualquier democracia, pero es especialmente injusto en una democracia del calibre de Brasil, que durante décadas ha demostrado ser más que capaz de sostener transferencias de poder pacíficas”, indicaron los senadores estadounidenses.
Según la carta, Bolsonaro “ha insistido repetidamente en que se negará a conceder las elecciones si es derrotado. También afirma, sin pruebas, que estas elecciones constituirán una farsa empañada por fraude si el sistema electoral no es reformado. De hecho, el sistema electoral de Brasil se considera uno de los más seguros del mundo”.
Los senadores recalcaron también que “nuestra relación con Brasil debe ser un bastión contra actores antidemocráticos, desde China y Rusia hasta Cuba y Venezuela, que buscan socavar la estabilidad democrática en nuestro hemisferio. De hecho, a medida que el hemisferio lidia con el impacto de la pandemia de Covid-19 y el cambio climático, Estados Unidos se beneficiará ahora más que nunca de una relación vigorosa con Brasil”.
Algunos observadores han expresado inquietudes respecto a la declaración de Bob Menéndez y los demócratas, y se han cuestionado si, de hecho, no interfiere con las elecciones brasileñas. Para los críticos de la carta, la declaración representa un espaldarazo desleal a los adversarios políticos de Jair Bolsonaro.
El complejo panorama electoral brasileño encuentra a un presidente fuerte que ha logrado echar a andar la recuperación económica del país. En junio, la economía de Brasil volvió al nivel prepandemia y superó las expectativas del mercado con una expansión de 1,2% del PIB durante el primer trimestre de 2021.
La expansión de la economía brasileña fue la mayor de América Latina y estuvo impulsada por los resultados positivos en el sector agropecuario (5,7%), la industria (0,7%) y los servicios (0,4%), según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
En julio, la proyección económica del ministro de Economía Paulo Guedes fue revisada al alza. Guedes indicó que, a pesar de la pandemia, la economía de Brasil podría crecer 5,5% este año.
Según algunos sondeos, Bolsonaro sería derrotado por el expresidente Lula da Silva, quien todavía no ha confirmado su candidatura. De todas formas, aunque Lula abandonó la presidencia con altos niveles de aprobación, su popularidad cayó por los escándalos de corrupción en los que se vio implicado.
En julio, con la crisis en Cuba, la popularidad digital de Lula se desplomó, mientras que la hospitalización de Bolsonaro impulsó su imagen.
“El 12 de julio, Bolsonaro y Lula tenían un IPD de alrededor de 40 puntos, con 48,38 y 43,18 respectivamente. Al día siguiente, el discurso crítico del PT hacia Estados Unidos y a favor de la dictadura cubana bajó su índice a 29,35. El 14 de julio llegó a mínimos con 27,48”, indicó Folha.
El medio brasileño también indicó que, ese mismo día, cuando sufrió un fuerte dolor y una crisis de hipo, Bolsonaro fue ingresado en el Hospital, su IDP subió a 67,89 y continuó hasta 73,91 el sábado 17 de julio.
En septiembre, sin embargo, Lula se posicionó primero en las encuestas para vencer a Bolsonaro en la elección de 2022.
Con motivo de las celebraciones por el Día de la Independencia, a inicios de septiembre, simpatizantes del presidente Bolsonaro se manifestaron arengando: “Nuestra bandera nunca será roja”, en alusión al color del Partido de los Trabajadores.
Los escenarios para Brasil, en este contexto, y más allá de las intenciones de los senadores estadounidenses, anuncian más polarización.