Juana Reyes Torres, cubana residente en Manzanillo, ciudad de la oriental provincia Granma, denunció que compró muy caro un refrigerador en una tienda estatal que vende en moneda libremente convertible (MLC), y no estuvo funcionando correctamente ni un día.
“¿Por qué le tiene que suceder esto a un cubano?”, preguntó Juana en una carta que envió al periódico oficialista Juventud Rebelde.
La mujer residente en la avenida 3ra., entre 7 y 8, reparto Caimary, explica que el 6 de marzo pasado adquirió en MLC un refrigerador marca Mabe, en la tienda Los Dos Leones. Le costó nada menos que 676 USD… ¡Y a las 12 horas ya el equipo no congelaba!
Juana Reyes acudió el 9 de marzo al “taller de garantía” y reportó el equipo inservible. Un técnico la visitó el 11 del mismo mes y revisó el refrigerador, pero solo le aconsejó que “lo observaran”. Seguía igual al otro día, por lo que la familia regresó al taller y entonces el empleado del Estado les anunció que el equipo “estaba reportado dentro de los primeros siete días”, y ya no era responsabilidad del taller municipal, sino de la provincia, desde donde debían responder.
“Si ese equipo está reportado dentro de los primeros siete días, refiere Juana, ¿por qué la tienda no asumió su devolución? El 14 de abril los técnicos de Bayamo (provincia) vinieron y nos informaron que había que gasificarlo, pero no se lo llevarían porque era demasiado grande para el traslado. Y para evitar que se dañara, vendrían a la casa”.
La mujer continúa su relato diciendo que “regresaron el 19 de mayo. Dijeron que no lo iban a llevar porque no había gas. Y no estuvimos de acuerdo en quedarnos con ese equipo, sino que se nos devolviera el dinero. Tuve que firmar un documento por no estar de acuerdo. Les pregunté si se demoraba la devolución del dinero, y me informaron que en cuanto llegaran los papeles a la tienda y el regreso del dinero a ella”.
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Pero el castrismo no devuelve los dólares que logra engullir. “Desde entonces he hecho varias llamadas, y en dos o tres ocasiones es que he podido comunicarme con el taller. Me dicen que hay que esperar, porque lleva un proceso. Lo entiendo, pero lo que no puedo entender es por qué tanta demora. Ya son tres meses, casi cuatro esperando; y no tengo respuesta ni solución a mi problema”, lamenta Juana.
La trama kafkiana, que es habitual para los cubanos de a pie, continuó el 28 de mayo, cuando pudo comunicarse con el jefe del taller. “Me preguntó qué número tenía la matrícula, se lo dije, y me detalló que estaba en la lista, pero el técnico no estaba en ese momento”.
Juana Reyes se pregunta: “¿Por qué tengo que esperar al técnico, si ya yo declaré que no quería ese equipo y estaba a la espera de la devolución de mi dinero? ¿Por qué esperar tanto tiempo para recuperar mi dinero, si en la compra lo hice con todos los procedimientos establecidos? Desgraciadamente no tengo ni el dinero ni el frío”.