La reconocida artista plástica cubana Tania Bruguera considera que “el gobierno cubano está muerto de miedo” porque sabe que cada vez más cubanos entienden tienen el poder de expresarse públicamente y exigir los derechos que les han hecho olvidar durante tantos años.
En una reciente entrevista con el popular artista Alexis Valdés, Bruguera afirmó que, pese a tener posibilidades de llevar una vida tranquila y exitosa en el extranjero, decidió hacer su vida en Cuba porque comprendió que tenía ese poder y herramientas para intentar cambiar las cosas.
Al igual que ella, dijo, muchos lo han comprendido o lo van comprendiendo, y eso es lo que hace temer al gobierno, que ve un peligro donde en realidad hay personas pidiendo derechos.
“En este punto, el Estado tiene miedo a sus ciudadanos y es capaz de vigilarlo a uno 24 por siete”, subrayó la artista, una de las personas más seguidas y vigiladas por los órganos represivos, que ve como algo lamentable y triste el que “un país sin comida se gaste tanto dinero en perseguir gente”.
Según interpreta Bruguera, de manera similar a Luis Manuel Otero Alcántara, a quien también entrevistó Valdés, el cambio en Cuba empezó ya.
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“Los cubanos antes vivían pensando en el futuro, ya fuera el futuro de irse del país o de conseguir un trabajo bueno, pero ya la gente vive el presente y no está esperando nada”, dijo, y enfatizó en que “poco a poco la gente se va dando cuenta que no hay nada de malo en pedir tus derechos”.
“Una cosa importante es que la gente entienda que cuando eres uno o 20 te pueden llevar preso, pero cuando somos miles no… Además, ha cambiado la incomprensión de la que éramos objeto quienes nos oponíamos. Los cubanos se han dado cuenta de que callar no les garantiza nada”, agregó Bruguera, uno de los rostros más visibles del 27N, la agrupación surgida de la manifestación espontánea que artistas y activistas llevaron a cabo el pasado 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura.
En la entrevista, Bruguera reconoció que se marchó de Cuba a hacer una maestría porque se sentía ahogada por la situación en el país, así como carente de herramientas para enfrentar las vejaciones a las que era sometida.
La maestría fue un escape, afirmó, para luego aseverar que regresó porque se supo con las herramientas para entender cómo canalizar la rabia, comprender la disparidad del poder y el poder que tiene todo ciudadano, que no es más que el de expresarse públicamente y exigir sus derechos.