Los dirigentes castristas pretenden hacer creer a los cubanos que no hay mundo más allá de la uña de Fidel, que señala el camino desde su tumba. Por eso, se esmeran en amedrentar exagerando lo malo que ocurra fuera de la isla, y ensalzar cualquier cosa que se les ocurra a ellos, o que produzcan a duras penas.
El helado Coppelia, por ejemplo, elaborado en Cuba y el único que podían degustar muchas familias porque era asequible al bolsillo de los pobres, antes de la subida de precios reciente. Betsy Díaz Velázquez, ministra de Comercio Interior, asegura que es de lo mejor que puede uno comerse, como si el Vedado fuera la Riviera francesa o estuviera en Roma, lleno de dulcerías.
La funcionaria se refirió en el programa televisivo de propaganda Mesa Redonda, un tanto quejosa, a las críticas que la población plantea “en un helado de primera calidad… No estamos hablando del servicio [de Coppelia], estamos hablando del producto [que venden]”. Ante el comentario muchos usuarios en redes sociales se burlaron de la ministra al referirse al helado como si todavía se encontrara en las heladerías Coppelia.
“El helado Coppelia es un helado de excelente calidad”, enfatizó la titular de uno de los ministerios de peor fama entre los ciudadanos.
Ya usted ve. No proteste porque en la famosa heladería Coppelia de La Habana le quieran cobrar como si se estuviera en el Louvre de París. En ese espacio del corazón de La Rampa, en el Vedado, desde 1966 y gracias al populismo de Fidel Castro y algunos de sus fieles servidores –quienes con helado y circo querían compensar su desmadre–, los cubanos tienen una especie de fetiche al que vuelven a cada tanto, como si lo que dispensaran fuese Häagen-Dazs o cuando menos Nestlé (y así quiere hacer creer la ministra), y no las huecas bolas de Coppelia.
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El helado insignia del “socialismo caribeño” pasó a costar entre cinco y siete pesos por bola (antes era 1 peso cubano), y 25 una ensalada. Las autoridades del régimen establecieron esos precios para el Coppelia, luego del descontento popular ante un alza que duró un par de días y que los cubanos consideraron (y todavía) abusiva.
El affaire ha servido al gobierno para pintarse como “atento” a los reclamos del pueblo, aunque el reajuste de precios no es significativo ni el régimen se ha mostrado receptivo a otras críticas en asuntos de más envergadura que las bolas del cremoso postre.
La titular del Mincin en la Mesa Redonda, durante la noche de este lunes, informó sobre los nuevos costos para los clientes en la famosa “Catedral del helado”: la bola de 90 gramos (que nunca llega a ese peso) que se expende en “Las cuatro joyas”, local climatizado y con mesas para sentarse, será fijado en 7 pesos cubanos.
En el área de “canchas” y las torres, se redujo a cinco pesos cada porción, mientras que, en las afueras de la heladería, se deberá abonar 4 pesos por una bola con barquillo.
Díaz Velázquez se refirió además a otros productos de establecimientos estatales, como las pizzas de cafeterías de tercera categoría, que quedaron fijadas (oficialmente) en no más de 15 pesos. La funcionaria castrista aseguró que se revisan otros productos de comida chatarra sobre los que la población ha criticado su alto costo.
Respecto a parques recreativos como el Lenin, Expocuba y La Isla del Coco, precisó que los tickets para aparatos costarían 5 pesos para los menores de edad, y 10 para los adultos.