La activista Katherine Bisquet cuenta en su muro de Facebook cómo las personas que le rentaban el apartamento donde vive cayeron en una de las formas de control que el régimen induce en los cubanos: el miedo.
“Hoy en la mañana, los dueños de la casa donde vivo actualmente en Centro Habana vinieron y me comunicaron que me tenía que ir (…). Traían en el rostro el saldo de un terror histórico enquistado en los cubanos hace ya muchos años”, asegura Bisquet.
Según dice, esta vez no fue la Seguridad del Estado la que acosó o presionó a esas personas para que la expulsaran; bastó solo una patrulla parqueada frente a esta casa por más de 24 horas para que surgiera y se propagara dentro de ellos la desconfianza.
“En un brevísimo lapso de tiempo dejé de ser persona común o persona social, y me convertí en persona política. Y esa persona, dentro de Cuba, es el equivalente a ‘no-persona’ al borde casi de la radioactividad, de la transmisión de la epidemia, de la propagación del mal, del desastre o de la mala suerte”.
“Eso he sido yo durante mucho tiempo, dos años ya, eso he sido desde que decidí manifestar públicamente mi disenso con el Estado cubano. He sido una apestada por más de diez alquileres, pero ha sido precisamente ese nomadismo el que me ha dado el impulso para la movilidad (...) Yo quisiera que todos pudiésemos tener una mente y un corazón palpitante, inquieto, que nunca más se paralizase bajo las pulsaciones del terror”, concluyó.
Bisquet fue una de las manifestantes que se acuartelaron en Damas 955, la sede del Movimiento San Isidro, para protestar por el injusto encarcelamiento del músico contestatario Denis Solís, un acontecimiento que provocó la atención de la comunidad cubana e internacional.
Debido a que el régimen no contestó a sus reclamos, varios integrantes de la organización comenzaron una huelga de hambre.
Fuerzas del régimen irrumpieron violentamente el jueves pasado en la sede del MSI con el propósito de poner fin a la manifestación y arrestaron a los opositores. Horas después ese mismo día fueron puestos en libertad, pero se les impidió regresar a la sede de Damas 955, en La Habana Vieja.
El desalojo provocó una protesta de varios artistas e intelectuales ante el Ministerio de Cultura a favor de más libertades y respeto a los movimientos opositores, tildada por algunos como demasiado conciliadora con el régimen y celebrada por otros por su contenido contestatario.
La protesta de San Isidro y el plantón ante el Mincult ha provocado revuelo en la comunidad cubana y la arena internacional. También reacciones del régimen, que organizó la víspera un acto paralelo con sus simpatizantes.
Los miembros del MSI sostienen que la presión internacional es indispensable para lograr la liberación del músico contestatario Denis Solís, principal reclamo de los manifestantes. Solicitan sobre todo la presión de organizaciones como la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y la Unión Europea.