Una fuerte redada policial contra vendedores informales ocurrió ayer en la esquina de las calles Neptuno y Galiano en La Habana.
Según un tuit del medio independiente 14yMedio, estos trabajadores privados ofertaban, en su mayoría, productos de aseo y útiles domésticos.
Este operativo se suma a eventos recientes donde las fuerzas represivas del régimen han salido a custodiar las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) por temor a que estos establecimientos sean atacados.
El pasado 29 de noviembre la Tienda Panamericana en MLC, ubicada en Línea y 12 en el Vedado fue apedreada. Luego el local fue sitiado por la policía.
Desde hace algunos meses los revendedores y coleros se convirtieron en uno de los enemigos públicos del régimen. Los medios oficiales comenzaron una campaña de descrédito hacia ellos con el fin de culparlos de la crisis imperante en la Isla y que responde a la deficiente administración del gobierno.
Las medidas represivas del régimen se han intensificado debido a la escasez de productos, que provoca mayor tráfico en el mercado negro, y como prevención contra posibles estallidos sociales. También se han impuesto más multas y otras penas contra quienes incumplan las normas para mantener el distanciamiento social contra el coronavirus.
Las penas aplicadas por acaparamiento en la provincia de Guántanamo pueden ir desde un año de cárcel hasta ocho mil pesos en moneda nacional.
En agosto, solo en ese territorio, se desarrollaron más de 150 procesos penales; en 60 se aplicaron multas de entre 200 y 8000 mil pesos, trabajo correccional con y sin internamiento, decomiso de bienes y encarcelamiento de hasta un año.
También en agosto se procesaban en Pinar del Río a más de 800 ciudadanos por ser coleros, revendedores y acaparadores. Los datos arrojan que en todo el país el gobierno convirtió en tarea de primer orden el enfrentamiento contra estos cubanos.
Los cuentapropistas igualmente han sido víctimas de la dictadura. En Villa Clara, en el pasado mes de septiembre fueron decomisadas aproximadamente 3 mil libras de carne de cerdo a los vendedores del Mercado de Buen Viaje. Desde entonces los cuentapropistas se marcharon por temor a la multas y decomisos.