Los emprendedores cubanos están atrapados entre dos frentes: las recientes sanciones de la Administración de Donald Trump y el freno de las autoridades cubanas, que comienzan a percibir a los pequeños negociantes más como competencia para el sector estatal que como socios.
A esa conclusión ha llegado la revista Foreign Policy en un reportaje titulado "El fin del boom cubano del cuentapropismo", sobre la situación reciente de los emprendedores tras el acercamiento entre los gobiernos de Cuba y EEUU.
La publicación entrevista al abogado habanero Alfonso Larrea Barroso, director de la cooperativa de servicios financieros Scenius, que vivió el auge de los negocios por cuenta propia en la isla entre 2014 y 2017.
En ese período, las utilidades de Scenius crecieron de 280.000 a 2,8 millones de pesos, atendiendo solo a entidades estatales, pero en junio de 2017 el Gobierno cerró la cooperativa y acusó a sus miembros de haber ofrecido servicios financieros sin autorización.
"Económicamente, estábamos demostrando que había otra manera de hacer las cosas... que el sector privado es más eficiente que el estatal", comentó Larrea Barroso, que demandó al Ministerio de Finanzas y apeló la sanción impuesta a su negocio, sin éxito.
"Cuando pedimos ver la sanción por escrito, se negaron. Apenas nos respondieron. Estuvo claro que era fundamentalmente un asunto político", agregó.
El mismo mes del cierre de Scenius, el gobierno de Raúl Castro congeló la entrega de nuevas licencias para el trabajo privado, y puso freno a las políticas de leve apertura para los emprededores, que para esa fecha suponían ya el 18% de los ingresos de la economía nacional, según cifras oficiales.
Antes del congelamiento de la entrega de permisos para el trabajo privado, entre 2013 y 2017 el gobierno cubano había aprobado 439 cooperativas no agropecuarias en áreas como la construcción, el transporte y el comercio, autorizadas por vez primera en medio siglo.
En ese período el número de emprendedores cubanos creció más de un 37% y cubrió casi un tercio del empleo nacional, de acuerdo a cifras oficiales. El turismo norteamericano se disparó de 92.000 a 618.000 visitantes anuales, y para 2016 el sector privado obtenía casi un tercio de los ingresos del turismo, según datos de Brookings Institution.
Pero a medida que las relaciones entre los gobiernos de Cuba y EEUU se enfriaron, también lo hizo la actitud de las autoriades de la Isla hacia los negocios no estatales.
"Las cosas empeoraron aún más para los dueños de negocios como Larrea en julio de 2018, cuando Díaz-Canel elevó los estándares de desempeño, las multas y la burocracia para los aproximadamente 580,000 empresarios del país. Su administración también amplió los poderes discrecionales de las agencias ejecutivas para inspeccionar, sancionar y limitar el espíritu empresarial cubano" --concluye la publicación.