¿Qué preguntas se hace un médico cubano cuando decide “huir” del régimen? Las respuestas solo las tienen quienes han tenido la voluntad de perder todo lo que conocen.
Desertar de una misión internacionalista cubana requiere una cuota de valor elevadísima. Los profesionales de la salud cubanos que lo hacen no solo comienzan la dura vida del inmigrante en tierra desconocida, sino que también sufren las represalias por liberarse. Cuba los pena, más bien…la dictadura de la Isla los condena a un destierro silencioso de ocho años repletos de llantos y añoranzas donde se pierden vínculos, relaciones e incluso la oportunidad de decir el último adiós.
El código penal cubano, precisamente en el artículo 135 de la Ley no. 62, impone, por abandono de funciones, una pena de entre tres y ocho años de privación de libertad a los funcionarios o empleados que abandonen misiones en el extranjero o incumplan su contrato laboral. Cuando el “desertor” no vuelve al país se le cataloga como “traidor” o “indeseable” y la legislación migratoria cubana lo define como “inadmisible”, impidiendo su entrada al país, en el caso de los médicos tienen que esperar ocho años para visitar Cuba.
ADN Cuba continúa con la historia de Larry Curtis Madrigal. Ahora con las razones que lo impulsaron a dejar la misión en Timor-Leste y a adentrarse en una travesía ilegal de nueve meses en Indonesia hasta conseguir llegar a los Estados Unidos.
Larry llegó en 2008 a Timor Oriental, como parte de una misión médica. Durante casi dos años vivió en un país en reconstrucción que atravesaba una crítica situación política y social donde los cubanos sufrieron las consecuencias.
El régimen empleó el contexto de ese país para controlar y vigilar a su personal sanitario. En diciembre de 2009 la persecución se agudizó gracias al suicidio de un colaborador y a la huida de otros dos.
“Solo dos colaboradores que trabajaban en un distrito (Atauro) desertaron antes que yo. Ellos salieron directamente de Dili en un avión desde el Aeropuerto Internacional Nicolau Lobato con visa a los Estados Unidos, vía Darwin-Sydney, Australia. Después, el 31 de enero de 2010, me fui yo por otra vía”.
Con la deserción de los dos primeros la cacería de la dictadura comenzó del otro lado el mundo. Larry asegura que la represión aumentó sobre ellos y que luego de su partida sancionaron a muchos que le eran cercanos en la misión.
No existen cifras oficiales que documenten la cantidad exacta de profesionales de la salud que abandonan las misiones en el exterior. El diario El País revelaba, en 2014, que unos cinco mil sanitarios cubanos habían desertado en una década. Seis años después ese total puede haber aumentado considerablemente.
La decisión de no regresar Larry la tomó precisamente estando en Cuba, en sus primeras vacaciones en mayo de 2009. Durante su visita hubo de operar a su madre de cáncer. Los trámites para hacerlo en su natal las Tunas le obligaron a realizar muchas gestiones:
“Pasé todo ese mes de vacaciones de la casa al hospital, en coches de caballo, en 'botellas" pasando miles de trabajo y necesidades para moverme, para garantizar la alimentación y el bienestar de mi mamá”, confiesa.
Un día “estando en la esquina del hospital esperando a ver en que llegaba a la casa y con casi dos horas al sol fue cuando se me unieron el cielo y la tierra, y como si el mismo calor del sol y el sudor fueran un catalizador de ideas mi cabeza me dijo; "tú no perteneces aquí, tú tienes que hacer algo por ti y por tu futuro que cambie radicalmente la situación en que te encuentras, tú y tu familia". Ahí fue donde yo tome la firme decisión de que al dejar a mi madre recuperada y regresar a Timor-Leste, yo no volvería”.
Huir hacia lo desconocido
Al principio fue mucha la incertidumbre, pero con el tiempo Indonesia fue la opción más cercana y la única.
“Yo mismo busque las conexiones y algunos locales de allí me ayudaron. Me fui solo, sin saber a dónde llegaría ni de qué forma, pero iba feliz. Crucé el mar de noche en una lancha rústica, me jugué la vida, me vinculé con gente que no conocía y desconocía hacia que sitio me llevaban. Iba por la falda de la montaña en la parte de atrás de una motocicleta con un desconocido, de madrugada, lloviendo; pero iba cantando, porque ya me sentía libre.
No fue hasta muchos días después, que uno de los colegas que desertó antes que yo y que ya estaba en San Francisco, me contactó por correo electrónico. Él me explico todo lo que tenía que hacer para poder aplicar para la visa de parole de Estados Unidos. Yo no tenía conocimiento sobre eso entonces”.
Bajo el gobierno de George W. Bush, en agosto de 2006, se instauró el Cuban Medical Professional Parole Program (CMPPP) que luego sería eliminado el 12 de enero de 2017 por Barack Obama; pero Larry huyó cuando aún faltaban varios años para la llegada de Obama al poder.
Este programa permitía a los médicos cubanos fuera de Cuba, especialmente en misiones médicas, solicitar permiso de ingreso a Estados Unidos en una embajada o consulado estadounidense. Los familiares cercanos como cónyuge e hijos también se beneficiaban tanto si estaban dentro o fuera de la Isla. Este programa fue el que permitió que Larry llegará a Estados Unidos.
¿Cómo fue su travesía hacia Estados Unidos?
“Yo viaje solo. Nueve meses de incertidumbre en un país extraño, en una cultura desconocida, sin saber el idioma, sin conocer a nadie. Sin status legal alguno y sin poder trabajar. Ahí es donde la estabilidad emocional y mental me llevaron al límite.
Mis dos únicas preocupaciones eran mi familia y no enfermarme. La malaria, el dengue y la rabia estaban proliferaban por todas las villas y poblados de Indonesia en los que estuve. Gracias a Dios tambien conocí gente buena que me ayudo y me tendió una mano.
En Indonesia conseguí llegar a las oficinas de las Naciones Unidas y se me otorgó un certificado de "Asylum Seeker" que me protegía; pero no me garantizaba trabajar o no ser deportado. Era un tipo de identificación nada más. Cuando usted se pasa nueve meses sin escuchar una palabra en español, sin conocer a nadie, cuando no sabe si va a poder salir de allí y llegar a su destino; cuando no ve la luz al final del camino, hasta vivir comienza a perder el sentido”.
Indonesia es uno de los países con menor índice de inmigrantes según datos publicados por la ONU. Los principales países que aportan números a la migración allí son China, Corea del Sur y Reino Unido; definitivamente Cuba no trasciende en ese conteo.
Larry vivió en Indonesia en el 2010, las estadísticas muestran que ese año solo existían en ese país unos 305.416 inmigrantes, lo que representan el 0,13 por ciento de su población total.
“Yo entre ilegal a un país soberano que tiene leyes que regulan la inmigración Salir de allí me costó nueve meses y una intensa lucha diplomática entre las autoridades de inmigración de Jakarta y un diplomático americano, que no estoy autorizado a revelar, quien se encargó de llevar mi caso hasta el final. Con la ayuda de esta persona y financiado por mi familia desde Miami por fin el 16 de septiembre de 2010 pude llegar a tierras de libertad”, expresó en entrevista para ADN Cuba.
En un texto anterior este médico de origen cubano resaltaba que “El régimen cubano es culpable de robar la esperanza, el futuro y hasta la fe del pueblo cubano”. Evidentemente la falta de fe y la búsqueda de mejoras profesionales impulsa todavía a muchos profesionales de la salud a emigrar y desertar. Desde el criterio y la experiencia personal de Larry las misiones médicas no deberían existir; pero sí lo hicieran, ¿Cómo deberían ser las condiciones justas para quienes las integran?
“Las condiciones justas para los integrantes de las misiones médicas sencillamente no existen, porque las mal llamadas misiones médicas no deberían tampoco existir.
Los profesionales de la salud, como todos los cubanos, deberían tener el derecho de ser libres de elegir entre ejercer su profesión Cuba donde pudieran existir mejores condiciones que las que hay o irse a trabajar a cualquier parte donde puedan equiparar sus calificaciones y certificarse. Así es como funciona el mundo, menos Cuba.
Pero supongamos que en realidad existiera un programa de gobierno encaminado a brindar un servicio de salud a otro país, y que voluntariamente los profesionales se enrolaran para salvar vidas. En esa situación hipotética no tendría cabida el régimen de Cuba que solo busca mantenerse en el poder a costa de lo que sea.
Existen médicos misioneros, hay organizaciones religiosas y no gubernamentales que tienen estos programas en todo el mundo: Médicos sin Fronteras, Caritas, Adventistas, Cristianos, etc. Ninguna de estas organizaciones ha sido acusada de explotar a los médicos. A ellas, entonces, es a quienes habría que preguntarles cuáles son las condiciones justas para los integrantes de las misiones medicas”.
Sobran las evidencias para acusar al gobierno cubano de explotar a su personal sanitario. A inicios de año, dos relatorías de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declararon que las condiciones de trabajo de los médicos cubanos pueden considerarse como trabajo forzado.
Por su lado, el grupo independiente Cuban Prisoners Defenders (CPD), denunció al régimen cubano el pasado 8 de mayo, ante la ONU y la Corte Penal Internacional, por esclavitud, persecución y otros actos en contra de los médicos que integran las misiones.
La dictadura violenta los derechos más elementales de los médicos misioneros incumpliendo varios convenios y pactos de las Naciones Unidas; los mantiene bajo una estricta persecución y se apropia de entre el 70 y el 90 por ciento de sus salarios. El Estado cubano siempre negará su condición de esclavizador; pero las voces de las víctimas se escuchan más alto.