Miguel Suárez Núñez, en Cabacú, municipio guantanamero de Baracoa, casi pierde su vivienda por afectaciones del huracán Matthew. Pudo mantenerla en pie, pero su lavamanos e inodoro no salieron tan bien parados.
Cuenta que entonces, ya antes de terminar el mes, el Estado le había entregado los principales materiales, a precios subsidiados, y había repuesto los servicios de electricidad, agua y teléfono. Pero el inodoro aún no aparece.
“He recibido desde el primer día respuestas del técnico de la Dirección Municipal de la Vivienda que atiende la circunscripción, siempre aludiendo a que no entran suficientes tazas sanitarias, o que las que llegaron fueron entregadas a casos sociales. ¿Imagina usted cuatro años sin inodoro, a expensas de la solidaridad de la familia?”, declaró este cubano al periódico oficialista Juventud Rebelde.
“No soy más explícito por lo sensible del asunto. Para colmo, no dispongo de solar que me hubiera permitido hacer un inodoro rústico” agregó Miguel, desde La Trochita, no. 6, en Cabacú.
Como Miguel, hay otros muchos cubanos en la misma situación o incluso peor. Por ejemplo, este 29 de septiembre Lausbel Mas Rojas dio a conocer su caso en redes sociales, incluso más grave que el de Miguel.
El techo de su casa, ya con muchos años, se está cayendo y no tiene cómo arreglarlo por su cuenta. Ya pidió ayuda al gobierno a través de “todos los canales establecidos” —como dice la jerga castrista—, pero la única respuesta ha sido el silencio. Lo peor es que Lausbel ingresó su expediente para solicitud de albergue… en 1983. Casi 40 años de espera.
“Me gustaría entender qué criterios tienen en cuenta para personas en mis condiciones; creo que me voy a morir sin ver la justicia”, se lamentó esta cubana en redes sociales.
ADN Cuba ha informado recientemente de denuncias similares: personas residiendo en viviendas en pésimas condiciones, y el denominador común de dichos casos es que las personas han buscado el apoyo del Gobierno cubano, para reparar sus casas o para ser trasladadas a otros lugares más dignos, pero no han obtenido ninguna respuesta.
Eso le pasó a Sara Conesa Rodríguez, una señora de la tercera edad, oriunda de Santa Lucía, en la provincia de Sancti Spíritus.
“Ella ya no sabe a dónde dirigirse, si alguien ve esta publicación por favor la casa está en muy malas condiciones, ella ya fue al gobierno, escribió al partido y no recibe respuesta”, dijo Jorge Conesa, hijo de Sara, en su cuenta de Facebook.
También Elizabeth Valdés se quejó de que por dos años ha advertido a las autoridades respectivas sobre el riesgo que enfrentan ella y otras familias en el edificio, en Villa Clara, pero hasta ahora solo le han dicho que espere.