Los hermanos Alexis y René Aportela, trabajadores de un mercado y una panadería estatales respectivamente, decidieron que alquilar una casa en la playa durante una semana sería una excelente idea para romper el tedioso período de cuarentena que confinó al país casi tres meses.
Se encaminaron hacia Guanabo, al este de La Habana, para valorar las ofertas. Iban con la planificación y el presupuesto ajustado tras un riguroso ahorro: máximo para 50 CUC diarios, sin incluir los gastos de insumos y transportación de sus respectivas familias.
“Caminamos todo Guanabo hasta Campo Florido y la oferta más barata era de 100 CUC diarios. Ese precio ni siquiera es una posibilidad remota, es un imposible para cualquier cubano que trabaja para el estado”, afirmó Alexis.
La decepción era casi un dibujo en el rostro de René, quien se preguntó cuáles opciones quedan para los cubanos de a pie que todavía piensan que ahorrando unos cuantos pesos pueden disfrutar de opciones tan simples como alquilar una casa en la playa.
“Esos son los precios para un turista extranjero, y cuidado que no para todos, porque tengo amistades extranjeras que no se pueden permitir ese gasto que no incluye ningún otro servicio, solamente la casa y nada más. Creo que por ese camino será más barato comprarse un pasaje de avión que alquilar una casa en la playa”, agregó.
Todas las casas de alquiler referidas no ofrecían ningún otro servicio, a excepción de la piscina y que no todas tenían. Después de las bases de campismo, alquilar una casa en la playa —que nunca fueron baratas, pero tampoco un gran lujo— siempre fue durante décadas una opción asequible para los bolsillos del trabajador cubano.
“Recuerdo que otra de las opciones era pasarse la mitad del verano en la casa de un familiar en el campo”, rememoró Luisa María Arguelles, trabajadora de una empresa farmacéutica quien, tras enterarse de los precios de alquiler de una casa, en algunas de las playas del este, vio deshacerse sus planes “como humo”.
“Pero la gente del campo, al menos desde hace veinte años, viene huyendo para La Habana por el empobrecimiento de la vida en provincias, tanto por la depresión de las tierras como los obstáculos para la crianza de animales. Tuve que invertir tres días en explicar a mis nietos que ni sus padres ni yo podríamos costear un alquiler siquiera dos días a 100 CUC diarios”, lamentó Arguelles.
La desigualdad social en la isla se ha ido agravando cada vez más, palpable ahora entre quienes reciben una remesa desde el exterior y quienes dependen de un salario estatal como única fuente de ingreso legal. Por otra parte, las opciones recreativas que ofrece el régimen cubano a sus trabajadores no clasifican ni como atractivas, “y de recreativas solo va quedando el nombre”, coincidió Arletis Castro, manicure privada.
“Unas amistades me invitaron a pasar tres días en una casa en la playa. Yo necesitaba despejar después de todos estos meses de cuarentena encerrada en casa, sola con mi hijita de dos años. Cuando me enteré que estaban pagando 150 CUC diarios me dio una angustia tremenda y eso que no tuve que poner un medio”, dijo Castro.
Varios dueños de casas de alquiler en las playas del este habanero coincidieron en que los precios están acordes con el panorama actual que atraviesa el país. “Todos protestan, pero ahí los ves haciendo colas para comprar efectos electrodomésticos y motorinas en dólares o fajándose en la cola para reservar habitaciones de hotel”, cuestionó Pedro Zamora, que renta una casa con piscina en Guanabo a 150 CUC diarios.
Lo contradictorio, aseguró Zamora, es que “siempre tengo la casa alquilada por cubanos”. Preguntado sobre cuáles cubanos se alquilan regularmente, admitió que “todos son dueños de negocios privados”.
“Da más resultado la oferta de los hoteles que incluyen mesa sueca y barra abierta por un fin de semana, que alquilar una casa en la playa”, aseguró Leonel Rodríguez, jefe de una brigada de construcción privada, quien también desistió de alquilarse en una casa en Guanabo.
“Sacando cuentas yo tendría que reunir seis meses para poder costearme un alquiler en la playa a 120 CUC diarios por una semana con dinero legal. Imagínate qué tendría que hacer un trabajador estatal, supongo que robarse la mitad de la fábrica o desfalcar el almacén donde trabaja”, reflexionó Rodríguez.
El regateo entre Georgina, una arrendataria de Guanabo, y un joven matrimonio por el precio del alquiler casi termina en una discusión airada sobre política, economía y matices de ideología. El precio del alquiler rondaba los 130 diarios. El joven matrimonio intentó llevar el precio, infructuosamente, a los 100.
“El encarecimiento de la vida en Cuba es para todos por igual. Cuando los precios se disparan es para todos por igual”, argumentó Georgina, quien desde hace cinco años se dedica al alquiler de su casa en el circuito de las playas ubicadas en el este habanero.
“Podrá parecer cruel y muy poco solidario, pero quien se tiene que compadecer con los cubanos es el Gobierno, no los negocios privados. El mito de que los trabajadores por cuenta propia somos ricos tiene que dejar de utilizarse para evadir la realidad: las crisis económicas y todo lo que conlleva, las crea el Gobierno no los cuentapropistas”, concluyó.