La prensa oficial cubana, otra vez en evidencia

La reciente muerte de Hansel Ernesto Hernández a manos de un policía ha puesto en evidencia, una vez más, las limitaciones, carencias y defectos del sistema de prensa cubano. En la mayoría de los países un acto así moviliza inmediatamente a los medios de comunicación
Joven lee periódico estatal Granma. Foto: Granma
 

Reproduce este artículo

La reciente muerte de Hansel Ernesto Hernández a manos de un policía ha puesto en evidencia, una vez más, las limitaciones, carencias y defectos del sistema de prensa cubano. 

En la mayoría de los países un acto así moviliza inmediatamente a los medios de comunicación. Algunos para venderlo de forma sensacionalista pasando por encima de principios éticos, periodísticos y legales; otros para investigarlo e informar de manera responsable y adecuada. Pero en todos los casos, la prensa no permanece inmutable ante un hecho de tal naturaleza.

En Cuba no. La muerte del joven ocurrió el miércoles. El jueves empezó a difundirse en las redes sociales a raíz de una publicación en Facebook de un familiar de la víctima y el hecho fue replicado por varios de los medios no oficiales. El viernes en la tarde, aún la prensa estatal cubana no había informado sobre el suceso. 

En lugar de dar cobertura al acontecimiento con apego a los estándares que exigen este tipo de casos, investigar, contrastar versiones, buscar fuentes, poner en duda las visiones de todas las partes implicadas la prensa estatal se dedicó a compartir como “versión oficial” un relato presentado por una voz sin rostro desde un canal de Youtube, presumiblemente manejado por la Seguridad del Estado. 


Vale decir que el relato publicado en el canal Guerrero Cubano es una muestra de lo anti periodístico: lleno de afirmaciones sin evidencia, sin fuentes, sin declaraciones, sin rostro, favorecedor de una de las partes (casualmente, la que más poder detenta). Sin embargo, este tipo de contenidos lo compartieron desde la periodista de la Presidencia, directivos de medios y perfiles institucionales hasta reporteros rasos. 

La prensa estatal, en vez de cumplir con las funciones sociales que le corresponde, no solo calla y no hace su trabajo, sino que difunde contenidos faltos de rigor. Una prensa cuyos salarios, carros, almuerzos, computadoras, cámaras fotográficas y de video pagamos cada uno de nosotros. Una prensa que cuenta con las facilidades y los permisos para desplazarse en medio de esta pandemia, para acceder a fuentes oficiales; a diferencia de los medios independientes, perseguidos y satanizados —también con defectos— los cuales tienen muy limitadas las opciones para informar en casos así.

No sería extraño que, ante la presión en las redes, hoy en la Mesa Redonda o la emisión estelar del NTV lean alguna nota oficial sobre el tema, por supuesto coincidente con la versión ofrecida por la voz sin rostro. Incluso, no sorprendería que algún medio oficial publicara un comentario citando como fuente al tal Guerrero, pues no es primera vez que algo así sucede. Más tierra para el periodismo oficial. 

Es triste que una persona entrenada durante cinco años para hacer periodismo quede limitada al rol de compartir y defender este tipo de contenidos y prácticas, por las razones que sea. A su vez, que sea un canal “anónimo” quien tenga el permiso para sacar esta historia y no los medios es una muestra del irrespeto que sienten hacia los periodistas y la profesión quienes dirigen la prensa en Cuba: el Partido Comunista. 

Hay una cuota de responsabilidad personal en cada colega que cede a la presión o de buena gana contribuye a difundir información que va en contra de los principios más elementales del periodismo y la ética. Pero el problema real no radica en los periodistas, sino en el sistema.

La prensa cubana no puede proyectarse con autonomía ante estos y otros temas porque está subordinada a la misma entidad y la cúpula de poder que de manera totalitaria y antidemocrática controla todo el país. Simplemente, no puede, porque en Cuba no existe libertad de prensa. 
Para revertir esa situación no basta con modificar el sistema de medios. Es necesario cambiar el sistema político. Mientras exista un partido único, que lo controle todo, incluidos los medios, ante estas situaciones no podemos esperar periodismo, solo propaganda y vocería. 
 

Escrito por Gallego

Camagüey, 1986. Periodista. Doctor en Comunicación por la Universidad Iberoamericana en México.

 

Relacionados