Harina de trigo, salsa de soja, puré de tomate, cervezas, rones, condimentos y otros artículos deficitarios en las cadenas de tiendas en divisas pueden adquirirse en un establecimiento chino a precios exorbitantes.
La tenducha fue habilitada en el antiguo restaurante El Pavo Real, sito en la calle 7ma (próximo al puente de hierro por la rivera de Miramar). El acceso a dicho expendio se hace a través de un pasillo lateral de la casona.
Según testimonian las fuentes, los asiáticos fingen no hablar el idioma y acorde a la demanda, elevan los precios de los productos. Las ofertas no son etiquetadas para dicho propósito. Por ejemplo: dos kilogramos de harina de trigo se vendieron a tres CUC un día y, al siguiente, costaban cuatro; un envase de comino que no supera las siete onzas a 10 CUC; una botella de salsa de soja de apenas 700 mililitros a 12 CUC; una caja de cerveza a 30 CUC, etc.
Los nacionales consultados alegan que acuden obligados por las escaseces generadas por el azote de la pandemia. El citado establecimiento opera a escasos metros de una unidad del Minint perteneciente a la Dirección de Vivienda y Patrimonio del órgano represivo.
La paradoja de paradojas es que desde el arribo del COVID-19 a Cuba, el régimen ha emprendido una serie de operativos contra almacenes cuentapropistas, con arrestos y decomisos contra vendedores de ajos, cebollas; pescadores furtivos; coleros y otros, a quienes someten a juicios ejemplarizantes a modo de vehículo para desviar la atención del deficiente manejo de la economía por parte de los tecnócratas oficiales.
Resulta risible e indignante que, a pesar de la fuerte presencia policial en las calles cubanas, los coleros siguen haciendo de las suyas; los panaderos adulteran las normas de peso; Etecsa estafa descaradamente y, ahora los chinos, tienen patentes, para pillar a los cubanos golpeados con su propia pandemia.