Gracias a la indiferencia de historiadores y exigencias mercantilistas ahora no hay una sola instalación en Cuba que recuerde como se merece al inmortal boxeador cubano Eligio Sardiñas, mundialmente conocido por “Kid Chocolate”, justamente en el año de su 110 aniversario.
Ni siquiera hay en Cuba un torneo que lo recuerde.
La Sala Polivalente que llevaba su nombre, construida para los Juegos Panamericanos de 1991 y sede competitiva y de entrenamiento de diversos deportes del alto rendimiento, fue demolida para dar paso a un polémico proyecto hotelero.
Luego de una ola de críticas, tardíamente el historiador de la Ciudad Eusebio Leal salió en defensa de la iniciativa turística y de la preservación del Cine Payret como patrimonio cultural pero omitió olímpicamente el escenario contiguo. Todo lo que él mismo defendió tiempo atrás como orgullo deportivo en el Centro Histórico, ahora, ni una palabra.
Miles de aficionados y decenas de boxeadores expresaron también su disgusto por la desaparición de la sala. Ni siquiera medió en el momento oportuno el gesto de la explicación a la familia deportiva del por qué la necesidad de levantar allí un hotel en detrimento del espacio deportivo.
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En medio del litigio inusitado que ha salido a la luz pública entre la familia de Teófilo Stevenson y las autoridades deportivas cubanas, es el momento de hacerle justicia a “Kid Chocolate” y que su nombre entonces sea el nuevo rótulo del Coliseo de la Ciudad Deportiva.
No eran pocos tampoco los que pensaron en su momento que al igual que el legendario “Teo”, también Chocolate tenía méritos para ese honor.
Como el Coliseo , inaugurado en 1957 y aún la obra arquitectónica del deporte cubano más icónica, también Chocolate fue una obra de antes de la Revolución. Y además está en el Cerro, a pocos metros de la calle que lo vio nacer, el humilde barrio que lo vio vender periódicos y lustrar zapatos desde niño y tirar sus primeros golpes.
Bautizar a este emblemático auditorio con su nombre es también rendirle el mejor homenaje a los deportistas profesionales del pasado lejano. No se recuerda que ningún escenario deportivo en Cuba lleve el nombre de una de esas glorias del boxeo y el béisbol.
Chocolate, quien murió en La Habana a los 78 años (donde había nacido el 28 de octubre de 1910), fue campeón mundial profesional en 1931 y 1932.Llegó a ostentar simultáneamente las fajas mundiales de los ligero junior (1931) y de los gallos (1932). Ganó 136 peleas, y solo fue derrotado diez veces con seis tablas. Noqueó a 44 pugilistas. Está considerado entre los mejores 10 pesos pluma de todos los tiempos.Tanto en Cuba como en Estados Unidos gozó de gran fama y simpatía.En la Unión Americana ha sido registrado en la selecta lista de los inmortales del boxeo y su estatua prestigia una de las entradas del Madison Square Garden en Nueva York.
Cuando el histórico I Mundial de Boxeo Aficionado en La Habana, en 1974, allí también estaba el “Kid”, con su modestia a cuestas, en cada jornada, envuelto en las muestras de cariño de miles de espectadores.
Es lamentable el conflicto entre los herederos del tricampeón olímpico y mundial Teófilo Stevenson y el INDER por el cual los primeros disienten con la propuesta de que al Coliseo le sea puesto el nombre del superpesado , que además, para sorpresa, ha sido registrado como marca comercial.
Ello no puede ser obstáculo entonces para que el INDER proceda a bautizar al Coliseo de la Ciudad Deportiva como Kid Chocolate.
Chocolate en su época y Stevenson en la suya son considerados los mejores boxeadores cubanos de la historia.