Miguel Ángel Poleo, de 11 meses, falleció la noche del 15 de mayo, luego de ser vacunado en una jornada organizada por el Ministerio de Salud venezolano, con el apoyo de médicos cubanos en el municipio Chacao, al este de Caracas.
Tres días después de su muerte, familiares recibieron la autopsia del bebé, cuyo informe asegura que falleció de intoxicación, que terminó causándole un cuadro pulmonar, de acuerdo con información extraoficial a la que tuvo acceso ADN Cuba
El sábado 16 de mayo, el alcalde de Chacao, Gustavo Duque, confirmó el hecho que se registró en el sector El Pedregal. Indicó que el viernes 15 de mayo el Programa Ampliado de Inmunización (PAI), anunciado por el gobierno de Nicolás Maduro el pasado 11 de marzo, se encargó de vacunar a más de 90 niños. Once de ellos reaccionaron al medicamento, y uno de ellos falleció: el infante fue identificado como Miguel Ángel Poleo.
Los 10 infantes restantes, atendidos por Salud Chacao y por funcionarios de Protección Civil del estado Miranda, actualmente, se encuentran estables y fuera de peligro.
La familia, luego de la muerte del infante, fue enfática en asegurar que su muerte se había generado por las vacunas recibidas, cinco en total: polio, pentavalente, y tres restantes que no recordaron.
Cecilia García, la abuela de la víctima, narró lo que vivió su nieto luego que lo vacunaron.
“A José ángel lo vacunaron a las 2:00 pm. Cuando llegó (a casa) tenía los malestares normales de las vacunas, pero cuando cayó la noche su mamá lo acostó y se fue a bañar”.
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Por su parte, la mamá del niño, Rosa Virginia Reyes, explicó al medio venezolano El Pitazo cómo murió su niño en menos de 20 minutos: “Desde que llegué de vacunarlo, él había querido dormir todo el día, pero no lo había dejado. En la noche dejé que durmiera, entonces bajé (a la planta baja de su casa), me bañé, me comí una arepa y subí. Me demoré menos de 20 minutos. Cuando lo vi, y lo toqué, mi hijo estaba frío, sin signos vitales”.
La familia de José Ángel lo llevó a Salud Chacao, con la esperanza de que lo pudieran salvar, pero indicaron que el niño estaba frío. Después que médicos del centro asistencial confirmaron que el niño había fallecido, la familia pidió todo el peso de la ley para las personas involucradas en la jornada de vacunación.
Este 18 de mayo, la morgue de Bello Monte, la principal de Caracas, le entregó el cadáver del infante a los familiares. Lograron velarlo por cuatro horas, pese a que lo prohíbe el decreto de cuarentena para evitar la propagación del Covid-19.
Los parientes del niño no quisieron dar declaraciones a la prensa. Sin embargo ADN Cuba conoció, extraoficialmente, que la Gobernación del estado Miranda, presidida por el oficialista Héctor Rodríguez, pagó los gastos funerarios, pero le exigió a la familia silencio y retractarse de todo lo que han dicho a la prensa.
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Médicos y la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría se pronunciaron
La Sociedad Venezolana de Puericultura y Pedriatría se pronunció este 17 de mayo sobre la muerte de José Ángel e hizo un llamado a esperar los resultados de las respectivas averiguaciones para “tratar de dilucidar las causas de este suceso”.
Indicaron que todo medicamento, incluyendo las vacunas, puede causar reacciones adversas leves, moderadas o graves.
Definieron a las vacunas como uno de los “biológicos más seguros”, debido a que se estudian durante todo su desarrollo, desde su evaluación en el laboratorio hasta que se autorice su comercialización. Por último recomendaron seguir confiando en las vacunas y en el Programa Ampliado de Inmunización, pues aseguraron que no existe un patrón que relacione la muerte con alguna vacuna en particular.
Por su parte, el exministro de Salud, José Félix Oletta, afirmó que debe iniciarse un proceso de investigación en el Instituto Nacional de Higiene (INH). El organismo regulatorio es el que está obligado a identificar y sacar de circulación el lote al que pertenece la vacuna bajo sospecha para prever cualquier otra eventualidad.
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José Ángel, de Venezuela, y Paloma Domínguez, de Cuba, comparten una historia similar
El 11 de octubre de 201, Yaima Caballero, una madre cubana, denunció a través de su cuenta de Instagram la muerte de su niña de un año: Paloma Domínguez Caballero, quien falleció el 9 de octubre, como consecuencia de una presunta negligencia médica.
La infante falleció 72 horas después que su madre la llevó al policlínico Neninger, ubicado en Alamar, Habana del Este, para recibir la vacuna de inmunización activa contra las paperas, la rubéola y el sarampión (PRS), la cual se aplica en bebés de 12 meses, niños y adolescentes, tal como indica el esquema de vacunación del PAMI Nacional. Cuatro niños también se vieron afectados por recibir vacunas, pero después mejoraron.
Luego de reportada la muerte, el personal del policlínico Betancourt Nenínger confirmó a ADN Cuba que el lote de vacunas PRS que se utilizó para vacunar a Paloma Domínguez fue retirado del centro de salud para ser investigado.
Pasaron varios días para que algún organismo oficial de Cuba hablara, pero luego que ADN Cuba confirmara los casos, Salud Pública publicó un comunicado oficial. El texto oficial señaló que las vacunas fueron importadas desde la India, pero no especificaron si hubo otros lotes afectados.
Los padres de Paloma, finalmente, tuvieron que mudarse a México, debido a las presiones recibidas por la Seguridad del Estado cubano para que no siguiera exigiendo justicia por la muerte de su hija.
La madre se encargó de realizar una campaña en las redes sociales para pedir que se investigara la muerte de su hija, y pidió que quien quisiera apoyarla publicara la foto de Paloma con la palabra “justicia”.