Emerel Luaces, madre un médico cubano fallecido tras contraer la enfermedad de Chagas, o tripanosomiasis americana durante una misión médica en Venezuela, ha denunciado la situación de desprotección en que se encuentra luego que las autoridades no le hayan entregado el sueldo acumulado de su hijo por trabas burocráticas.
La madre tiene a su cargo otra hija, impedida física y mental, pero no ha recibido atención del Ministerio de Salud Pública para cobrar el dinero que su hijo acumuló en ese año de trabajo en el exterior.
"El Poder Popular es el que me ha dado siempre la vaselina", dijo Luaces en declaraciones a ADN Cuba. "Desde que mi hijo falleció, yo enseguida hice todos los trámites y me pasaron enseguida una chequera de 145 pesos".
"De ahí fui al consejo de Estado, a la provincia, a la colaboración con Venezuela, y la respuesta fue que pusiera un abogado. Puse mi abogado, que se ha encargado de todo. Pero hasta esta fecha yo no he recibido su divisa, que está "congelada" en el banco de [la calle] Línea" -prosigue la madre del médico fallecido-, porque el padre no viene a los tribunales. Se cita y se cita y él no viene".
Como el padre es también heredero forzoso del fallecido, debe presentarse a declarar. "Pero ya él estaba, dice Luaces, cobrando 180 CUC que él le dejó, más el sueldo. Y yo todavía estoy en los tribunales y nada, no se aclara nada".
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Durante la entrevista se pudo apreciar que la señora Luaces vive con una hija impedida física y mental severa, que actualmente está internada entre semana en un hogar de impedidos físicos en el Cerro, con el cual a su madre le resulta difícil comunicarse pues no tiene teléfono fijo ni celular.
"Ella ha estado varias veces enferma, ingresada, y ha tenido que venir aquí una niñera a avisarme porque yo no tengo medios de comunicación", agrega.
"No es que yo quiera nada, ni que me den nada, sino porque yo perdí mi hijo en una misión del gobierno. Le escribí al Consejo de Estado, fui a ver a Lazo, y la contesta ha sido: para el Poder Popular, que hasta ahora sólo me ha dicho que no hay pares telefónicos", abunda.
"Ahora me mudé para la avenida Santa Amalia, donde sí hay pares telefónico, y seguimos en lo mismo. Yo tengo necesidad absoluta de un teléfono o un medio de comunicación".
"Es todo muy triste, porque él era muy bueno y me ayudaba en todo", concluye al borde de las lágrimas la señora Luaces.
Un triste caso de desprotección oficial, el lado oculto de las "estadístcas solidarias" que el gobierno cubano pregona constantemente en la prensa oficial.