Más de 3,8 millones de trabajadores recién despedidos en Estados Unidos solicitaron beneficios por desempleo la semana pasada a medida que la economía del país se hunde aún más en una crisis que se está convirtiendo en la más devastadora desde la Gran Depresión de la década de 1930.
La cifra significa que más de uno de cada seis trabajadores estadounidenses no tiene empleo.
Aproximadamente 30,3 millones de personas suman ahora quienes han solicitado ayuda por desempleo en las seis semanas desde que el nuevo coronavirus comenzó a obligar a millones de empleadores a cerrar sus negocios y recortar sus fuerzas laborales.
Esa cifra supera la de las personas que viven en las áreas metropolitanas de Nueva York y Chicago combinadas, y es, con mucho, la peor serie de despidos registrados hasta ahora.
A medida que más empleadores recortan sus nóminas para ahorrar dinero, los economistas han pronosticado que la tasa de desempleo para abril podría llegar al 20%. Esa sería la tasa más alta registrada desde la de 25% durante la Gran Depresión.
La Reserva Federal advirtió este miércoles que la economía verá una caída “sin precedentes” en el segundo trimestre en Estados Unidos y necesitará más ayuda de la que ha recibido hasta ahora (tres billones de dólares) para recuperarse.
Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (banco central), sostuvo que se espera que la próxima cifra de desempleo, que en febrero era la mínima en 50 años, alcance los dos dígitos. También aclaró que la Reserva mantendrá los tipos de interés próximos a cero hasta que EE. UU. alcance los máximos de empleo y estabilidad de precios.
Los esfuerzos para atajar la propagación del virus han desmoronado en cuestión de semanas las cifras de crecimiento que venía acumulando Estados Unidos durante años.
La economía retrocedió un 4,8% en el primer trimestre, poniendo fin al periodo de crecimiento más largo de la historia del país, según los datos publicados este miércoles por el Departamento de Comercio.
Una de las aprehensiones de los economistas sobre las posibilidades de un repunte rápido, una vez que se levanten las medidas -como ya lo están haciendo algunos Estados-, tiene que ver con el comportamiento que tendrá el consumidor en la llamada “nueva realidad”.
Incluso con las tasas de infectados controladas, las muertes a la baja y los Estados abiertos, es posible que los estadounidenses desconfíen de volver a comprar, viajar y otras actividades económicas.