Edmundo García no levanta. Luego de ser desenmascarado una y otra vez, ahora va difamando a diestra y siniestra sin ofrecer pruebas de aquello que dice. Lo más reciente fue acusar al recién liberado activista y artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara de delincuente vinculado al ISIS.
A dueto con Yadira Escobar, también favorable al régimen cubano, Edmundo increpó a su interlocutor de turno con los mismos argumentos de siempre:
- ¿Si es una dictadura y están tan mal por qué no se lanza la gente a protestar a las calles? - preguntó el otrora conductor de De la Gran Escena, palabras más, palabras menos.
Lógicamente, quien estaba al otro lado de la radio le respondió con firmeza que por el temor a pasarse muchos años en prisión, lo cual desestimó el procastrista llegando al punto de la ofensa y llamándole “cretino”.
Es como si a Edmundo se le hubieran acabado ya los argumentos. La respuesta a su pregunta es muy básica, porque pocos mejor que él sabrán cuán largos son los brazos de la seguridad del Estado y la inteligencia del régimen. El pueblo lo sabe y por eso prefiere sobrevivir sin manifestarse, porque nada peor que caer en desgracia en Cuba por motivos políticos.
El caso de Alcántara es muy explícito al respecto y así lo mencionó el interlocutor de Edmundo indignado, pero éste, pretendiendo enturbiar una causa que ha ganado las simpatías de muchos cubanos dentro y fuera de la isla, al punto de que se logró la liberación del artista, prefirió embarrar el nombre del aludido acusándolo de delincuente y, nada menos, terrorista.
Según él, Otero Alcántara tiene conexiones con el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), esa agrupación yihadista que mantuvo, y mantiene, aunque en menor escala, al Medio Oriente en vilo durante años.
Cierto es que ISIS ha logrado reclutar militantes en muchos países. Incluso lo ha hecho en Estados Unidos. No obstante, cuesta creer que un opositor cubano, cuyos reclamos son a favor de la libertad de expresión y creación, sea partidario de una organización terrorista que censura y limita las libertades más que el propio régimen de Cuba, que es mucho decir, aunque es la realidad.
Por tanto, lo más probable es que haya sido una broma de muy mal gusto del zarandeado defensor de los Castro en Miami, quizás para chotear y molestar más a su interlocutor. De cualquier forma, lo que queda para el espectador u oyente es que se está difamando a un artista que el régimen tuvo que liberar en contra de su voluntad y que él, antes generoso en argumentos y capacidad para sostener debates con cierta dialéctica, ha quedado para las ofensas llanas y los dimes y diretes típicos de quien se sabe sin razón, pero aun así pretende tenerla.