Los orgasmos nunca llegan tarde

Sobre el orgasmo femenino existen muchísimas clasificaciones. Algunas mujeres dicen no haberlo sentido nunca, otras que son multiorgásmicas. La verdad es tan variable como los propios orgasmos
Los orgasmos nunca llegan tarde
 

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Yo siempre había oído hablar de orgasmos, era uno de los temas más comunes cuando se es adolescente y todo el mundo hablaba de sus orgasmos como si fuesen banderas ondeando. Yo no sabía, nada de lo que sentía mientras tenía sexo podía tener ese calificativo. Al menos pensaba eso, y estaba en lo cierto.

Comencé precozmente a tener relaciones sexuales y me puse a perseguir orgasmos. Para los hombres era tan sencillo, existía una respuesta física visible y nada parecía hacerlos más felices. Pero yo sentía que me faltaba algo. Me oponía a decir que era frígida o cualquier cosa que evidenciara la ausencia de esos espasmos gloriosos y todo lo que viene con ellos.

Aquella etapa inicial fue para mí un descubrimiento, pero también me generó mucha frustración. Las demás decían tener orgasmos, yo no. ¿Cómo era eso acaso posible? Quienes pasaban conmigo por una cama, una escalera, una lavadora, un parque de noche…me hacían sentir bien, pero no había nada de clímax. Aun así, a mí me encantaba el sexo.

Siempre he disfrutado todo el juego, desde el inicio hasta el final y me enloquece el olor que se te adhiere a la piel cuando terminas y te da ganas de seguir. Pero nada de eso es comparable con un orgasmo, quizás por tal razón es que son tan difíciles de describir o simplemente es imposible.

Pero los orgasmos llegarían y por supuesto que están y estarán. Aquel hombre no me gustaba mucho, recuerdo que era militar, que me llevaba como 15 años, que tenía un bigote escuálido y que me regaló la tercera parte de las Narraciones Completas de Poe. El libro tenía una dedicatoria que yo arranque cuando viró la espalda. Me tendría una vez y fin.

Desconocía que aquel muchacho o más bien su lengua me harían tan feliz, aunque fuera una sola vez. Yo tenía, en ese tiempo, como se dice en Cuba una putería que mataba. Él era una víctima más de ese descontrol o yo era la víctima, quién sabe ya a estas alturas. Descubrí que mi clítoris era la clave de todo, que aquella cosa indescriptible que me tensó completa, que me erizó, que me sacó gemidos sonorísimos era mucho más genial que cualquier construcción mental que me hubiera hecho al respecto. Había tenido un orgasmo.

Tuve que leer para entender que todas las mujeres no tenían orgasmos vaginales que era lo que yo creía era un orgasmo; que muchas solo explotaban cuando se frotaban el clítoris, y las más afortunadas tenían ambos, lo cual debe ser un regalazo. Lo increíble era el desconocimiento sobre el tema y que, precisamente eso, te hiciera creer que eres anorgásmica o frígida.

Pero eso fue en aquel tiempo, ya después hasta me mareó la idea de que no eran tan pocos orgasmos o al menos las terminologías eran más. ¡Tremenda dicha! Aunque yo sigo sintiendo el mismo, a veces más intenso, otras no tanto y los tiempos varían muchísimo: he llegado a alcanzar el clímax con un juguete en menos de un minuto, y con hombres en cinco o en diez, aunque con mi dildo en ocasiones demoro más y me he ido olvidando un poquito de mis dedos, los uso, pero solo para comenzar a estimularme.

Según los estudios solo el 30 por ciento de las mujeres tienen orgasmos por penetración, mientras otros sostienen que no existe tal orgasmo, sino que la clave de todo es el clítoris, los labios menores y el cuerpo esponjoso de la uretra, bueno eso dicen los investigadores Vicenzo y Giulia Puppo. Sin embargo, un sondeo en red demostró, basándose en las respuestas de varias mujeres, que ellas solo alcanzaron el orgasmo en el 25 por ciento de las relaciones sexuales que tuvieron. Yo, por mi lado, he tenido más orgasmos sola que con otra persona, me resulta más sencillo de conseguir. Nadie me conoce mejor.

 Por eso, desde mi descubrimiento, mi clítoris es mi templo, nada entra o sale de este cuerpo sin pasar antes por él. Incluso tiene requisitos, como si tuviera vida propia. Las zonas erógenas deben, para mí, ser tratadas con mimo; mi clítoris es mi niño y merece muchísimas atenciones… y quién no sepa de qué hablo pues que mire porno lésbico.

 

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