Puede que estés desnuda o vestida cuando leas esto, quizás tumbada sobre la cama, con la frustrante sensación de que algo anda mal. ¿Qué debes hacer para pasar de la excitación, esa que en ti no falla, a los puntos estrellados de un orgasmo? Te lo preguntas. Y a veces asumes que eso no es un problema, piensas en otras cosas, pasas la página.
Hasta que de nuevo llega el momento de querer explotar, trascender el límite del disfrute a medias para conocer cómo operan en ti las 8 000 terminaciones nerviosas del clítoris.
El sexo es bueno, sí; o no tanto. Pero, ¿será el sexo en sí lo que no fluye?
Todo empieza por reconocer lo que te está pasando o, más específicamente, por conocer tu cuerpo. No solo la información biológica sobre los 18 tipos de tejidos que tiene el bendito clítoris, músculos, nervios. No. Lo fundamental es explorarte, bojearte, sentirte. Que tu concentración sea tocada también por tus dedos. El orgasmo es, ante todo, mental. Así la sangre fluirá a todos los lugares correctos.
Los especialistas consideran que, efectivamente, hay un aspecto mental, emocional, además del físico en el sexo y, asimismo, una variedad de problemas pueden interferir en ellos.
No son pocas las mujeres que no pueden alcanzar el clímax durante el sexo por penetración vaginal. No estamos hablando de ninguna novedad. Solo el 25% de nosotras logra el orgasmo por esa vía. El otro 75%, es decir la mayoría, requiere además estimulación del clítoris, ese que casi nunca mencionan las abuelas y, cuando se menciona, es solo para compararlo con una florecilla, un botón, pero en realidad es una llave para abrirse una misma.
Enseguida vienen los sexólogos a poner etiquetas y a meter ruidos en el sistema de una mujer si nunca ha alcanzado el clímax en su vida adulta. ¡Disfunción orgásmica primaria!, así le llaman.
Y si, en cambio, pudo alcanzar el clímax en el pasado, pero en el presente le resulta difícil o imposible, ellos lo califican como disfunción orgásmica secundaria. Más allá de ponerle nombre, lo que todas queremos es llegar a ese cosquilleo desenfrenado, el hormigueo en la vulva y en la mente. Esa liberación de serotonina que muchas veces mejora nuestro humor y nos hace más llevadera la vida. Al menos así me pasa a mí, no pretendo hablar por todas.
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El orgasmo es algo que nos iguala, más allá de que seamos sapiosexuales o que nos consideremos, por ejemplo, prácticamente asexuales en algún punto de nuestras vidas. Para mí resulta legítimo, nada de lo que avergonzarse. Hay periodos de mis 26 años en los que no he necesitado del sexo. Hay otros en los que me basta un roce para erotizarme.
¿Por qué? En términos físicos se atribuye, en algunos casos, a medicamentos, incluidos antidepresivos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). En pocas palabras, poca serotonina/hormona de la felicidad en el ambiente. También puede estar relacionado con la deficiencia hormonal que se vuelve común, especialmente después de la menopausia. Otras razones son la alta de ejercicio, el tabaquismo y el alcoholismo, así como las enfermedades crónicas: diabetes e hipertensión, y más.
Por otro lado, en el plano sicológico, el orgasmo puede frenarlo una mala relación, los problemas con la pareja e incluso los trastornos del sueño.
De todas formas, no te alarmes. Solo el 10% de las mujeres llegan al clímax fácilmente. Bien por ellas, bien por ti si eres una de de ellas y me lees ahora. No se trata de una comparación o una competencia, aunque la sociedad nos entrene para pensar que la mayoría de las mujeres, ese 80 a 90% restante que no llegan con facilidad, son/somos las del problema.
Una especialista con experiencia en consultas escribió hace unos días que ha tratado (apoyo sicológico mediante) a mujeres que sienten alivio solo por saber que son "normales". La normalidad que implica tener problemas para llegar al clímax con solo sexo vaginal, pero llegar al clímax con estimulación directa del clítoris.
“Es lamentable que muchas mujeres piensen que no son normales si no pueden alcanzar el clímax únicamente a través del coito vaginal. ¡La mayoría de las mujeres no pueden! Es importante relajarse y saber que es normal”, explica la especialista Holly L. Thacker, MD.
Para las mujeres que han podido alcanzar el clímax sin dificultad en el pasado, pero que ahora tienen problemas, ella propone una evaluación a partir de su historial. El mecanismo le permite hacer una evaluación física y hormonal y acompañar el proceso con medicación.
Como no es una ciencia exacta, cada organismo puede responder de modo distinto. La doctora trae propuestas como el bupropión oral, que no requiere de receta y, algo que puede llegar a sorprender: Viagra. ¿Viagra para mujeres? Ella indica que también puede funcionar aun cuando algunos médicos también recetan “Scream Cream”, no aprobada. Esta crema incluye una variedad de medicamentos tópicos que funcionan de la siguiente manera, una vez que lo aplicas sobre tu clítoris, aumenta el flujo sanguíneo y ayuda a promover un orgasmo.
Pero no tienes que usarla sola, la puedes complementar con un dispositivo estimulante. Dos de los aprobados por la FDA son el Intensity, de estimulación eléctrica pélvica, y Eros, para tratar la disfunción orgásmica.
Para llegar a estas soluciones yo prefiero, antes, examinarme. ¿En realidad será una disfunción orgásmica?, me preguntaría. ¿No será que mi libido está baja, o que el sexo se haya vuelto doloroso? La imposibilidad del orgasmo no vendrá de una falta de deseo, de la dificultad para excitarme, de la aversión sexual. Todo lo que es doloroso genera rechazo. Cuántas experiencias no guarda cada mujer. Cuántas oculta tras una sonrisa o bajo un vestido.
Cuánta angustia no se revela a simple vista, ni siquiera para nosotras mismas. Cada rincón de nuestro cuerpo cuenta una historia. No dejes ningún territorio virgen, toca tu mente. Descúbrete. Conquístate. Descoloniza tu clítoris, emancípalo para ti. ¿Sabes localizar tus zonas erógenas? Viaja por el mapa que es tu cuerpo. Está lleno de territorios que responden al tacto y la estimulación. Da igual si es el cuello o la vagina.