La oración es la forma de medicina alternativa más utilizada, por eso, durante mucho tiempo, en casi todas las religiones, las congregaciones se han reunido regularmente para orar por los enfermos.
Sin embargo, se han realizado varios estudios para medir el efecto de la oración en la salud de los pacientes. Uno de los estudios encontró que las oraciones de una congregación distante no redujeron las complicaciones mayores o la tasa de mortalidad en pacientes hospitalizados para tratamientos cardíacos.
Muchos de los estudios intentan separar el efecto de la oración de un efecto placebo al no decirles a los pacientes si están orando por ellos. Los científicos que critican este enfoque dicen que es irracional pensar que las oraciones de un extraño podrían tener algún efecto si el paciente no es consciente de las oraciones.
Mientras tanto, algunos clérigos dicen que la ciencia no tiene las herramientas para medir los efectos de la oración. Pero los científicos que investigan la oración sostienen que, si bien los estudios son difíciles de realizar, son importantes.
En la Iglesia Católica, las oraciones de intercesión se realizan en cada misa, y los asistentes piden a la congregación que oren por la salud de alguien que se encuentra enfermo u hospitalizado.
En el judaísmo, una oración por los enfermos es una parte regular de los servicios, y los miembros de la sinagoga pueden decir en voz alta los nombres de las personas que están enfermas o pedirle al rabino que los anuncie.
En la fe musulmana, los miembros de la congregación pueden pedirle al imán que diga una oración especial por una persona que está enferma, y la congregación afirma la oración.
Algunos científicos sugieren que la oración puede disminuir el estrés o fortalecer el sistema inmunológico de los pacientes. Por eso, en un estudio, los investigadores estudiaron a 748 pacientes que se sometían a procedimientos cardíacos como angioplastia o cateterismo cardíaco.
Se asignó al azar a congregaciones de varias religiones en lugares fuera del hospital para orar por la mitad de los pacientes, sin que los pacientes o sus médicos supieran si se estaba orando por ellos o no.
A los pacientes no se les dijo, con el fin de separar cualquier impacto de la oración de cualquier efecto placebo. Las oraciones siguieron la tradición de la congregación asignada y continuaron durante 5 a 30 días, en donde fue informado a las congregaciones el nombre, la edad y la enfermedad del paciente.
Durante seis meses, en el estudio no se encontró diferencias en los efectos secundarios graves, la tasa de mortalidad o los reingresos entre los pacientes que habían sido objeto de oraciones y los que no.
Casi el 90 por ciento de todos los pacientes que participaron dijeron que alguien estaba orando por ellos aparte de las oraciones encargadas por los investigadores. Pero el estudio no ofrece evidencia sobre la oración junto a la cama por parte de los propios pacientes o sus seres queridos.
Otros estudios realizados sobre las actividades cerebrales sobre la oración y la meditación han indicado que las personas que realizan estas actividades de forma regular tienen un cambio en los lóbulos frontales, siendo ésta el área que controla la concentración y el enfoque.
Una persona que se encuentra en un estado de oración profunda, el poder del lóbulo parietal disminuye, lo que puede contribuir a una sensación de trascendencia. Además, se ha indicado que las personas que rezan y meditan de forma regular tienen algunos cambios permanentes en el cerebro.
Las personas conscientes de sí mismas que han estado meditando con clara intención durante 15 años o más parecen tener un lóbulo frontal más grueso que los no mediadores. Los lóbulos frontales están involucrados en la función motora, resolución de problemas, espontaneidad, memoria, lenguaje, iniciación, juicio, control de impulsos, racionalidad y comportamiento social y sexual.
La oración y la meditación pueden influir en el estado mental, que luego tiene un efecto en el estado corporal. Puede ayudar con la ansiedad, la tristeza, la presión arterial, el sueño, la digestión y la respiración, y también puede influir en el pensamiento.
Por otro lado, no se debe subestimar el poder de la oración, “la oración de un hombre justo es poderosa y eficaz”.