El vivo vive del bobo y al bobo le venden su sangre. Justo lo que hace la dictadura cubana desde los años 60 cuando inició el lucrativo negocio de la sangre. Para aquel entonces se la vendía a Vietnam y a Canadá. Hoy se benefician otros países “amigos” del régimen cubano como Venezuela y Argentina
Brasil y Ecuador lo hicieron en su momento, mientras que hasta el 2003 la compraban Rusia, Irán, Vietnam y Argelia. Un negocio redondo y con mucho margen de ganancia, pues la inversión es casi inexistente. El pueblo cubano va a los bancos de sangre pensando que donará para una “causa solidaria”, ingenuidad a la que los Castros han sacado partido desde sus comienzos.
Las campañas para donar sangre fueron todo un éxito en Cuba. Claro, a todos nos tenían dormido con el slogan “del pueblo y para el pueblo”; creíamos que efectivamente esas donaciones iban a parar a los bancos de sangre de los hospitales para asistir a los pacientes que las necesitaran.
Nada más lejos de la realidad. Hacia los años 90, y me atrevo a decir, mucho antes, el cirujano le indicaba al paciente que el requisito indispensable era tener una donación de algún familiar por si la cosa se complicaba. Actualmente sigue siendo así, lo que ahora de no haber pariente, habrá alguien a quien se le pague 20 CUC o 20 dólares, tal y como está la cosa, para que done su sangre en caso de emergencia.
Para que tengan una idea de la magnitud que alcanza el comercio de sangre y sus componentes, solo en el año 2014, estos “doble moral” ganaron 622 millones de dólares por concepto de exportación de sangre.
Sin embargo, a quienes no les da la cuenta son a los voluntarios por convicción, a los voluntarios por un pan con jamón y un jugo o refresco, y a las personas que se dedican a donar sangre a cambio de una remuneración.
Pero como todo en Cuba es como es, resulta que estos últimos no reciben pago en dinero sino en especie. La famosa “jabita” de comida que se compone de 10 libras de viandas, tres libras de pollo y una libra de pescado. “Jabita” que ha faltado en varias ocasiones y que el Estado no repone, aun cuando los afectados se han quejado mediante cartas para que solucionen el problema.
Contraste abismal para el que vive de ello sin saber que el litro de sangre se cotiza a 122 euros en el mercado internacional y sólo conoce la insegura “jabita” del Estado. Sin contar que el donante solidario y consagrado aún cree que es para salvar las vidas de los cubanos cuando en los hospitales los anaqueles de los bancos de sangre están prácticamente vacíos.
Es obvio que nunca salgan los reportes de las exportaciones de este producto pues ya conocemos que la tiranía no ofrece detalles de ninguno de sus negocios turbios. Sin embargo, estas cifras son conocidas gracias a los documentos de los otros países que sí reportan las compras del mismo.
Cuba no solo vende el plasma sino los componentes de la sangre (para la producción de derivados muy bien cotizados en el mercado como el interferón, las inmunoglobulinas, las vacunas, etc.). De esta forma el negocio es altamente lucrativo donde solo el plasma constituye un importante producto para la industria farmacéutica facilitando un mayor beneficio.
¿En qué emplean ese dinero si los laboratorios donde se extraen la sangre están cada vez menos equipados y con una falta total de higiene? Los “vampiros en La Habana “no se conforman con robarle a los cubanos su pasado, presente y futuro, sino que también le roban hasta su sangre.