Poco después de las históricas protestas que barrieron la isla de Cuba el domingo, la administración Biden expresó su “apoyo” a que el pueblo cubano pudiera “protestar pacíficamente y determinar su propio futuro”, pero al mismo tiempo “hizo un llamado al régimen cubano para que escuche a su pueblo y atienda sus necesidades en este momento vital… ”
Si bien la intención pudo haber sido la solidaridad, esta declaración es inadecuada porque no conduce a lo que este levantamiento nacional está tratando de lograr.
Primero, la administración Biden está insinuando erróneamente que el régimen cubano puede satisfacer las “necesidades” del pueblo cubano ofreciéndoles ayuda cuando no es lo que están exigiendo. En los videos de manifestantes, no claman por vacunas ni atención médica. Exigen el fin del régimen comunista y la crueldad, la represión, el hambre y la tortura que ha instituido desde su llamada “revolución”. Que Estados Unidos exija menos de lo que piden los manifestantes no es apoyarlos, es frustrarlos.
En segundo lugar, Estados Unidos no debería dirigir sus mensajes a un régimen totalitario ilegítimo. Ese régimen es el problema. No puede ser parte de la solución. Debería estar dirigiendo su mensaje al pueblo cubano y quizás pidiendo a sus militares que decidan si quieren ser los héroes de la nueva república o los represores de la vieja.
En tercer lugar, el “presidente” de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ya ha dado una “orden de combate” para aplastar a los manifestantes, lo que significa que el régimen ha declarado efectivamente la guerra contra su propio pueblo.
Cuando Thomas Jefferson escribió la Declaración de Independencia en 1776, dijo: “Cuando, en el curso de los eventos humanos, se hace necesario que un pueblo disuelva las facciones políticas que lo ha mantenido conectado entre sí... y siempre que una forma de gobierno se vuelve destructiva... es el derecho del pueblo modificarlo y abolirlo, e instituir un nuevo gobierno ...”
Tales palabras proporcionaron la base moral para la Guerra Revolucionaria de Estados Unidos contra Gran Bretaña, y cuando el Ejército Continental tomó su posición contra la Corona, no fue con “protestas pacíficas”.
Los cubanos, como los estadounidenses, tienen el mismo derecho a reclamar su libertad por cualquier medio que sea necesario, y la Administración Biden debe apoyar incondicionalmente su clamor por la libertad. Las protestas pacíficas son aceptables cuando un gobierno ofrece opciones a las personas. El régimen cubano no las ofrece.
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Las violaciones de derechos humanos comenzaron el 22 de enero de 1959, solo días después de que Castro asumiera el control. Se enjuició a mucha gente en el Palacio de los Deportes, frente a una multitud de 18 000 personas sedienta de sangre. Pronto comenzaron los juicios televisados, las ejecuciones masivas, la sujeción de los cubanos en campos de trabajos forzados y los encarcelamientos masivos.
A pesar de décadas de opresión, el presidente Barack Obama cometió el error de acoger tanto al régimen cubano como a su pueblo, una contradicción, ya que el régimen es el atormentador del pueblo. El apoyo de la Administración Obama solo empoderó al régimen y les dio a sus gobernantes una falsa sensación de seguridad de que podían abusar del pueblo cubano sin pagar las consecuencias.
Nuestro país cometió un error aún peor en 1961 cuando no pudo terminar aquello que había iniciado, al suspender el apoyo aéreo vital para la Brigada 2506, el ejército de exiliados cubanos entrenados por Estados Unidos que el presidente John Kennedy envió para liberar a Cuba. Cubanos inocentes murieron en Bahía de Cochinos y el legado de la administración Kennedy quedó comprometido para siempre. Después de eso, Estados Unidos hizo muy poco por ayudar al pueblo cubano a recuperar su libertad.
Los Estados Unidos, la nación más poderosa que jamás haya existido, miró el sufrimiento humano durante 60 años más, a solo 90 millas de nuestras costas.
Ahora tenemos la oportunidad de corregir ese vergonzoso error.
Estados Unidos ha utilizado sus fuerzas militares durante décadas para liberar a otros países y prevenir la represión. Trágicamente, esto no sucedió cuando la gente se levantó en Irán en 2009, Nicaragua en 2018 y Venezuela en 2019, y la historia recordará esos momentos como oportunidades perdidas.
Las manifestaciones masivas que ocurren hoy en Cuba son un evento histórico. Sería un terrible error apartarse del pueblo cubano en su momento de mayor valentía.
El pueblo cubano tiene derecho a liberarse por cualquier medio que sea necesario, y Estados Unidos debería respaldarlo, incluso si eso significa autorizar una intervención militar, o al menos proporcionarle armas para que se defienda.
Tal apoyo enviaría un mensaje de que Estados Unidos no abandona a nadie y, a fin de cuentas, permitirá que Estados Unidos se reconcilie con su propia conciencia moral por fallarle al pueblo cubano en el pasado.
Publicado originalmente en inglés en el Washington Times