Inculpar al profesional exiliado: vieja argucia del Minsap

Una reciente contesta de un funcionario de salud a un médico emigrado que solicitó permiso para atender a su madre de 88 años, residente en la isla, demuestra que el régimen sigue despreciando a profesionales emigrados, de los que sólo quiere dólares
Miguel Ángel Ruano y su madre
 

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La extensa y controversial historia del intercambio médico de Cuba con el resto del mundo ya rebasa nuestra endeble memoria colectiva, como bien lo pueden haber hecho también la saga de los militares traidores, los artistas y deportistas ‘quedados’, o los educandos que emprendieron nueva vida fuera del cepo reductor.

Desde los comienzos mismos del descubrimiento hecho por parte del infaltable mandamás partido de los puntos —y los dólares— que le aportarían a su egolatría el acto de formar médicos exportables —episodio que se repetiría al calco tras los contingentes educacionales precedentes que no rindieron ni pizca de los dividendos ansiados—, los cubanos se prepararon para, en medio de tal mezcolanza asambumbiada con batas blanquísimas como salidas del famoso palacio del gran Reinaldo Arenas, sacar el mejor de los partidos (¡pero que no fuera nunca el comunista!).

Porque la Salud, como la Educación, fueron los asientos ¿sólidos? de enferma propaganda dirigida a subvertir el orden de una Latinoamérica caótica y tiranuela, hace apenas tiempito atrás, a la que el Kremlin tenía por prioridad enderezar a su imagen y semejanza proselitista fundamentalmente.

Y para ello se gastaron incontables petrorrublos del erario público soviético —tan ignorantes los bolos como los cubanos acerca de los destinos que a sus dineros les daban los ladronzuelos respectivos—, que, en forma de manuales guerrilleros, armamentos y asesoría de todo tipo, fluyeron hacia el amado paísito ahogado entre bíblicos versículos, y renombrado por ellos como La Isla de La Libertad, la cual no fue más que una excusa, un excusado, y al cabo otro almacén de porquerías estalinianas.

Hoy, que los odiosos billetes verdes estadounidenses vuelven a enseñorear el panorama del trueque salvavidas, por urgencia del régimen que ha dejado cesantes “los cucos y los cupos”, asolado ante la impericia de diletantes tan segundones como sus batutas, los puestos de mando/sufragadores del presupuesto en este huero estado (tripolar), más las vigilias imperiales de cada ministerio público en activo, se vuelcan contra los desertores de cada sector donde haya crecido el hastío.

No importa si se fueron hace 10 días, una década o a partir del aciago año de 1959.

Esa política cochina del acoso —y la amenaza criminal que por suerte despierta a confundidos/adormilados— se ha ensañado recientemente contra el neurocientista villaclareño, residente en Colombia desde hace 11 años, Miguel Ángel Ruano Sánchez, quien se fue de Cuba en 2011.

Cuenta el doctor santaclareño que, imposibilitado de poder volver bajo castigo por su deserción concertada de forma absolutamente legal (casado con la ciudadana extranjera Nelli Patricia Cárdenas), para despedir a su padre muerto hace unos años, intentaba ahora auxiliar personalmente a su madre de 88 que a duras penas se vale por sí misma, e intentó “conversar” con alguien de la Dirección Provincial de la Salud en Villa Clara para ello, vencido ya el tiempo del escarnio, y recibió por respuesta esta secuencia de torturas y extorsiones que pretenden incriminarlo cuando su madre fallezca por causa de tan “dolarizada vida y ausente vende patria”.

No es lo habitual que personas con un coeficiente intelectual rozando lo bajito y bastante desinformados de los nuevos bríos del desgobierno que gira cual veleta y dicen representar, se encarguen de establecer este tipo de diálogo rastrero que pueda volverse repudiable a cualquier lectura, incluso propia, como ha sido el caso del “encargado” de este repudio institucionalizado.

Porque “el doctorcito” no vendría jamás a Cuba a curar nada ni a nadie que no fuera el corazón de su madre moribunda (donde “todo mal ha sido sanado ya por nuestros sabios patriotas”) ni aportaría jugosas donaciones al sector abandonado por él cuando emigró a otras tierras que ya hace mucho ni reclaman —muy a pesar del noticiero y de las desprestigiadas FARC— concurso alguno de ingentes esfuerzos (pero, personales sí, si tan odiado traedor lo fuera de drogas alucinantes a este enclave surrealista). 

Porque Miguel Ángel no sería el gran pintor ni eminente físico homónimo, pero sabe cómo arreglar la dañada cablería interior que nos habita. Y eso es un logro que el insultante suyo pretende traspapelar. 

El ejercicio de la fisiatría lo ha ayudado con muchos, y prueba de ello son los vastos seguidores y comentarios gratos dejados en su muro.

Lo curioso en este altercado virtual que utiliza a Messenger —tributaria de Facebook—  “para conversar”, es que la persona mantenida por el ala policial y soterrada del Minsap –para aterrar a los “traedores”–, mantenga un soliloquio retorcido aún después de terminado el intercambio.

Prueba fehaciente entonces es el odio visceral que le han sembrado hacia los “vendidos por miserables dólares que no equiparan la vida de sus madres”, quienes ignoran que el pasado 20 de julio ha sido declarado por sus emigrados ofendidos como “El Día de la Dolarización Cubana”, cuando fue en 1994 que ocurrió el gran comienzo del fin, el desastre colosal con la palabra incontestable y truculenta del sátrapa mayor, devenida diocesano.

Olvida este señor —vigilante obseso—, que “el gobierno revolucionario de la isla ha hecho un llamado a su emigración” —la que le apoya aunque sea condicionadamente— para salvar con migajas foráneas “a la patria, la revolución y el socialismo (¿próspero?, ¿sostenible?) de la agresión y el abusador bloqueo yanqui”

Como si el Caribe fuera una mesa de pingpong o cancha de voleibol. Y sus habitantes ebrios, gozadores del partido.

La invitación del funcionario atacado de (falsa) superioridad moral con petulancia desdeñosa, rebasa los márgenes de la cordura. No se precisan pues, peritos para comprobarlo.

Por irrisorio, un sencillo vistazo a tanta diarrea lexical nos deja con ganas de que haya más apoyo gubernamental y seguroso al sector combativo, que medicinas en las vacías farmacias. ¿O viceversa?

Escrito por Pedro Manuel González Reinoso

(Caibarién, Las Villas, 1959) Escritor Independiente. Economista (1977), traductor de lenguas inglesa y francesa (1980-86). Actor y Peluquero empírico. Fundador de ¡El Mejunje!, Santa Clara (1993) donde nació a Roxana Rojo. Trabajos suyos incluyen poesía, artículos, ensayos. Su personaje aparece en varios documentales del patio: "Mascaras" y "Villa Rosa" (Lázaro Jesús González, 2015-16), "Los rusos en Cuba" (Enrique Colina-2009). Fue finalista del Premio Hypermedia de Reportajes en 2015.

 

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