¿En el nombre de Dios?

El Consejo de Iglesias de Cuba rechazó la ayuda enviada desde Miami porque, dijo, "promueve la división" entre los cubanos y tiene "fines políticos"
La ayuda recibida desde Miami está retenida en la aduana de Cuba
 

Reproduce este artículo

Amanezco con noticias sobre Cuba que me empingan. Y sí, quiero decir “empingan”, aunque el corrector de Google se empeñe en sugerirme que tal vez quise decir empinan. No, Google, no son noticias que me elevan en la punta de mis pies queriendo llegar más alto, son noticias que me hunden en el fango, que restriegan mi cara en la realidad de mi país, que hacen que mi estómago segregue ácidos que me queman desde el centro de mi cuerpo hasta lo más recóndito de mi ser, que oscurecen mi mañana.

Y es que ver cómo la iglesia cubana, “en nombre de Dios”, se da el lujo de rechazar ayudas de las cuales ellos no son destinatarios, por venir de parte de —cito textualmente—“personas y organizaciones manipuladoras con intereses serviles a la actual administración del gobierno de los Estados Unidos” me obliga a preguntarme en nombre de qué Dios lo hace.

¿Dónde quedó el “amaos los unos a los otros” cuando los “unos” viven una realidad tan distante de la de los “otros”, se reparten arroz con pollo, aguacates, carne de cerdo, tostones, moros y cristianos, mientras los otros que son muchos, más bien todos o casi todos viven de cola en cola, sorteando una pandemia que parece ser un castigo divino, tratando de, con suerte, conseguir algo de arroz y hacer un “arroz con suerte”, que es el equivalente gastronómico cubano a realizar un acto de fe?

O arroz con pepino, que es lo que come un niño que ha tenido “la suerte” de haber nacido en Cuba bajo una administración sin ningún interés de servir a sus ciudadanos ¿Qué Dios, recomienda dejar morir a su pueblo de hambre en el nombre de una idea? Una idea impracticable, pero sobre todo no practicada por los mismos que piden morir por ella. Los mismos que no solo no multiplicaron jamás los panes y los peces, sino que convirtieron al panadero en delincuente, al pescador en emigrante y al milagro en “diversionismo” ideológico.

¿En el nombre de qué Dios protegen a quien deja morir ancianos de hambre y encarcela mujeres, a quien fusila jóvenes sin juicio y hunde embarcaciones, sin mostrar un mínimo de piedad por las almas de los niños y adultos que huían en ellas? Yo no soy religioso, pero creo en Dios, creo en que el milagro, la fe y esa magia que ocurre cuando sucede lo inesperado, lo increíble, lo improbable, son la prueba de la existencia de Dios. 

También creo que Dios nos mira, no nos juzga, pero nos observa, no apunta nuestros pecados, pero tiene una memoria de elefante (o el elefante tiene una memoria divina no se bien cómo va la cosa) y sé que un día todos vamos a estar frente a Él. Ojalá ese día, cuando a estos padres, pastores, religiosos, clérigos o como quiera que los llaméis clamen por su perdón, Él, en su inconmensurable misericordia, los perdone. Yo hoy no puedo hacerlo.

Gusanito Pérez (o el artista antes conocido como Roberto San Martin)

Escrito por Roberto San Martín

Roberto San Martín (La Habana, Cuba, 1976) es un exitoso actor cubano, ha conquistado el cine, la televisión y las redes sociales. Nació en el seno de una familia de artistas: su madre es la actriz Susana Pérez y su padre el escritor y director de cine y televisión Roberto A. San Martín. A través de las redes ha ganado un importante espacio como comunicador y activista político, con programa y voz propia, para luchar por la libertad y la democratización de la tierra que le vio nacer (Cuba).

 

Relacionados