Cuba: ¡¡Hasta cuándo!!

¿Se acuerdan? Estábamos esperando a que Fidel Castro se muriera, porque entonces sí iban a cambiar las cosas. Pues Fidel se murió, ahorita se muere Raúl y nada cambió. ¡Las cosas no van a cambiar por sí solas! Tenemos que transformarlas nosotros
Cubanos transitan durante pandemia delante de muro derruido, con propaganda castrista.
 

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A veces me despierto en medio de la noche, empapado de sudor y llorando como un niño. A veces, sin saber por qué, la ira se presenta y arremeto contra algo que puede ser una puerta, un vaso o golpeo mi mano derecha contra un muro de concreto. A veces en medio de una vida plenamente feliz la tristeza se me acerca y muy bajito, casi en un susurro, me dice “tu patria no es feliz”. Y también: “a tu gente la golpean, humillan, matan y tú no puedes hacer nada”.

¿Hasta cuándo? ¿Cuántas veces tengo que renunciar a todo para no lograr nada? ¿Cuánto de mí está ligado a un sitio que parece no importarle a nadie excepto a los cuatro corajudos que son golpeados?

A veces me pregunto qué pensaran esos que duermen muchas noches en celdas (por llamarlas de alguna manera), que se saben perseguidos, vigilados, controlados en todo momento y que parecen estar nadando en círculos, en medio de una botella hundida en el fondo de un mar de apatía, indolencia, inactividad.

Cuba, coño: ¿qué pasó contigo? ¿En qué esquina te dieron esa puñalada por la que te desangras diariamente sin importarle a nadie, ni a ti misma? ¿Dónde está la valentía que tuviste para echar a los españoles a machetazos y a los mismísimos americanos con cuatro fusiles y un puñado de frijoles para comer?

Me van a decir que el pueblo no sabe lo que pasa. Que la gran mayoría de la gente ni se entera. Eso también lo he dicho y defendido para no aceptar que nos han vuelto cobardes, tenemos miedo, todos (yo el primero) a lanzar la primera piedra. Miedo a que nos maten, o a perder esa manera tan tranquila de vivir que se ha instalado en mi país, donde casi nadie piensa…

Para qué pensar, se preguntan muchos. ¿Para qué decir algo que te pueda complicar la vida si de todas maneras nada va a cambiar? ¿Para qué dejar tu traguito de ron, a duras penas “conseguido”, y enfriado con un hielo que lograste en las pocas horas que tu refrigerador funcionó de continuo con la corriente eléctrica, si las cosas seguirán así?

¿Se acuerdan? Estábamos esperando a que Fidel Castro se muriera, porque entonces sí iban a cambiar las cosas. Pues Fidel se murió, ahorita se muere Raúl y nada cambió. ¡Las cosas no van a cambiar por sí solas! Tenemos que transformarlas nosotros, los que no estamos de acuerdo con ellas. Nosotros que estamos aquí en el exilio y ustedes que están allá en el país.

Sé que esto lo van a leer en Cuba, como mismo leyeron mi carta al artista Kcho. Yo sé que mi primo estará orgulloso de esto y que a muchos ni les importará. Lo leerán, y dirán: “bah, que rico se habla desde el exilio con una Coca-Cola en la mano”. Luego pondrán música y saldrán a lucharla en la calle. Para esos, una respuesta. Nada es peor que el exilio. ¡¡¡NADA!!! No por gusto hace siglos era una de las mayores condenas. El destierro, comparado con la muerte.

¡Ah! Y yo no tomo Coca-Cola. No me gusta.

De cualquier manera, si esto que escribo puede ayudar a despertar a uno solo de mis compatriotas, si logro hacer que la ira se apodere de uno solo de mis coterráneos, si compartir lo que siento provoca una sola chispita que caiga en los más inflamables deseos de libertad de un muchachito(a), y este se lo explica a otro, y aquel a la de más allá, y así sucesivamente; si después de leer esta carta hay una sola persona dispuesta a perder lo que no tiene por ganar lo que les pertenece por derecho; yo me sentiré menos triste, menos temeroso a morir en un país que no es el mío y muchísimo más tranquilo conmigo mismo.

Si no, no pasa nada. Llevo muchos años conviviendo con la tristeza y sé que esto es lo que mejor hago. Este es mi campo de batalla y de aquí no me va a sacar nadie. Una vez más.

Gusanito Pérez o El artista antes conocido como Roberto San Martin.

Escrito por Roberto San Martín

Roberto San Martín (La Habana, Cuba, 1976) es un exitoso actor cubano, ha conquistado el cine, la televisión y las redes sociales. Nació en el seno de una familia de artistas: su madre es la actriz Susana Pérez y su padre el escritor y director de cine y televisión Roberto A. San Martín. A través de las redes ha ganado un importante espacio como comunicador y activista político, con programa y voz propia, para luchar por la libertad y la democratización de la tierra que le vio nacer (Cuba).

 

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