Raúl Castro cumple hoy 89 años y ya la prensa oficialista que controla el régimen se deshace en elogios y anécdotas para defenderlo. No es de extrañar que en tiempos donde “la limonada es la base de todo”, un vocero del gobierno como Ricardo Ronquillo Bello, actual presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, defienda las palabras de Raúl y aquel vaso de leche que nunca llegó al pueblo.
Ronquillo Bello, en una crónica apologética en Juventud Rebelde sobre el menor de los dos hermanos Castro, se refirió al que quizás sea el discurso más recordado de Raúl y evidentemente ensalzó su labor como “líder”: “Con esa vocación rectificadora, no es extraño que fuera precisamente Raúl quien liderara, desde su cuestionador discurso del 26 de julio del año 2007 en Camagüey —y sin que todavía mediara un año de la proclama de Fidel a los cubanos—, la nueva clarinada política que significa la actualización del modelo económico y social de desarrollo socialista, que tuvo como último aldabonazo la aprobación de una nueva Constitución de la República. Había que cambiar todo lo que debía ser cambiado”.
Lo irrisorio e irónico detrás de las palabras de Ronquillo es que precisamente en ese discurso del 16 de julio de 2007, Raúl Castro comenzaría el listado de promesas sin cumplir que le tocaba como fiel seguidor de la estirpe de su hermano.
Quienes asistieron a la Plaza Ignacio Agramonte ese día deben recordar a Raúl cuando dijo: Hay que borrarse de la mente eso de los siete años, llevamos cincuenta años diciendo que hasta los siete años; hay que producir leche para que se la tome todo el que quiera tomarse un vaso de leche, y hay tierra para producirla aquí”, así lo publicaría el semanario Adelante de Camagüey.
Para quienes desconocen el funcionamiento interno de Cuba resulta surrealista que los niños solo puedan acceder a la leche, que se dispensa en las bodegas, hasta los siete años. Luego de esta edad es como si ya no la necesitaran, al menos para la dictadura es así. Cada día conseguir leche en el mercado ilicito de la Isla es más complejo y los precios se disparan, por no hablar del costo en las tiendas estatales.
En medio de la pandemia por la COVID-19 Cuba atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia post-revolucionaria. Hablar de leche es hoy una utopía. Raúl Castro “cedió” el poder a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y también parece haberle cedido a quienes le redactaban los discursos, pero se fue con la promesa incumplida.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas en 2019 la producción de leche fresca en el país fue de 491 millones de litros, cifra que no cubre la demanda porque no solo los infantes precisan leche en sus dietas.
Pero mientras nos debatimos entre colas, escasez, penurias quienes dirigen Cuba y nos observan desde su cúpula de poder continúan con los discursos superfluos. Hoy es la limonada y el guarapo, mañana nos espera una nueva sorpresa. Quizás para los 89 de Díaz-Canel estemos recordando que hoy los limones brillan por su ausencia y que si los encuentras uno puede costarte hasta tres pesos cubanos.