El veterano cubano, Enrique Mayé Fuentes, residente en Santiago de Cuba, estuvo dos años en la Operación Carlota de Angola en 1987, y hasta la actualidad no se siente compensado por tanto sacrificio.
Con solo 17 años, acudió al Llamado Especial para estudiantes cubanos que fueron enviados a ese país africano.
Comenta que una motivación fue poder adquirir una grabadora, y que no se sentía en opción de negarse a la misión por miedo a las represalias.
"Nosotros fuimos a morirnos por los angolanos y esta es la fecha que no me han dado ni un medio", lamenta Mayé Fuentes.
Allí durante 23 meses ocupó el cargo de Sargento de segunda. Recuerda que la vida era muy difícil en la guerra: escaseaba la cuota de cigarro, ron y comida.
Incluso el jefe de retaguardia los llevaba a cazar animales para así embolsillarse el dinero que le daban para comprar carne a los militares.
Una de las experiencias más traumáticas para él fue un combate donde murieron cuatro cubanos, y los militares discutían sobre si tomar el combustible de reserva para trasladar los heridos al aeropuerto o ser trasladados al hospital.
Al regresar a Cuba se encontraba enfermo de los nervios por el trauma de esta experiencia. Estuvo tiempo vistiéndose de verde olivo.
También considera injusto que no paguen una pensión a los combatientes y que no reciban ninguna otra ayuda.
Posteriormente fue expulsado de la Asociación de Combatientes ya que pidió que ingresaran a su madre enferma de cáncer en el Hospital Militar de la provincia y le fue negado.
"Me dijeron que no porque yo no era militar", dijo a ADN Cuba entre lágrimas. Entonces quemó a la vista de todos en su barrio, los reconocimientos que le dieron tras la misión.
Conoce varios casos de combatientes que han sido abandonados como él, incluso muchos deambulan en las calles enfermos.