El médico y defensor de los derechos humanos Óscar Elías Biscet, afirmó en un artículo de opinión publicado este fin de semana en The Wall Street Journal (WSJ) que “los cubanos queremos libertad, no exilio”.
Biscet, ex prisionero político, escribió que en la isla “todo el mundo parece conocer a alguien que protestó [el 11J]: un miembro de la familia, un vecino, un amigo o un compañero de trabajo. Esto ha ayudado a exponer la ridícula mentira del gobierno de que los manifestantes eran mercenarios financiados por Estados Unidos”.
Denunció que el castrismo “respondió como lo hacen los estados policiales inseguros y autoritarios, con violencia. Miguel Díaz-Canel, el jefe del gobierno de Cuba, emitió órdenes para que los ciudadanos 'combatieran' contra los manifestantes e instó a los leales comunistas a 'defender' violentamente la revolución”.
El Dr. Biscet criticó que, para explicar el estallido social, “muchos medios de comunicación se han centrado en la mala respuesta del gobierno a la pandemia de COVID-19, el pésimo estado de la economía cubana y la falta de medicamentos y alimentos básicos. Pero esto es engañoso. Las protestas tienen que ver fundamentalmente con la represión”, aseguró el disidente.
Biscet escribió en el WSJ que preguntó “a amigos de toda Cuba sobre sus experiencias con las protestas. Varios describieron haber visto a tropas fuertemente armadas y vestidas de negro del Ministerio del Interior asaltar sus vecindarios como si lucharan contra una insurgencia militar”.
Los manifestantes del 11 y 12 de julio exigieron “rendición de cuentas y transparencia a un gobierno autocrático y secreto”, dijo Biscet. También demandaron “libertad de prensa y de religión a un régimen basado en la propaganda y el ateísmo intolerante”.
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El opositor opina que “las protestas son una manifestación de la determinación del pueblo cubano de poner fin a la dictadura comunista de 62 años”.
El régimen de Castro, según Biscet, “modeló el gobierno cubano en la Unión Soviética, y fue subsidiado por esta última hasta su desaparición”. Por eso, como la antigua URSS, desde La Habana tratan de “controlar todos los aspectos de la vida de sus súbditos”.
“Es un estado orwelliano donde los ciudadanos han sido condicionados a desconfiar unos de otros. La desesperación cuelga pesada en el aire. Incluso un susurro contra el gobierno puede provocar acoso, palizas, detención y pérdida de empleo, como lo hizo para mí, un médico, y mi esposa, Elsa, una enfermera, después de que comenzamos a hablar hace décadas contra los abusos del régimen”, recordó el activista.
Según Óscar Elías Biscet, “el régimen es débil y el pueblo lo siente”, por lo que más cubanos “estamos asumiendo la responsabilidad de remodelar nuestra patria”.
Aunque las protestas han disminuido, el doctor Biscet opina que “la determinación de lograr una vida mejor se ha encendido en los corazones del pueblo cubano. No volveremos atrás”.