El diario Granma, vocero oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó un artículo, firmado por el crítico de arte Rolando Pérez Betancourt, donde llama “delirantes” o “contrarrevolucionarios vociferantes” a quienes solicitan desde el exilio se retire el filme “Red Avispa” de la plataforma de Netflix.
Lo primero preocupante, es que aunque es un artículo firmado por un crítico de arte, de lo que menos habla Pérez Betancourt es precisamente del “valor artístico” de la película en cuestión y cuando lo hace (que es lo segundo preocupante) el analista se limita a repetirse, a copiarse, a “refritarse” a sí mismo. O sea, desde el punto de vista cinematográfico, el presentador del programa “La séptima puerta”, no aporta nada.
Ah, pero desde el punto de vista político, Rolando sí se mete en “camisa de once o más varas”. Es cierto que la película se está viendo, más por curiosidad que por su valor artístico en sí. La crítica especializada la viene haciendo pedazos desde la presentación en Venecia y ahora lo hace el espectador común. La “suerte” es que hay coronavirus, y no habrá presentación en taquilla, porque el desastre sería mayor.
Eso lo sabía hasta el director Oliver Assayas que de la muestra de Venecia salió corriendo al cuarto oscuro para reeditar una película que no funcionaba desde el arranque. Pero dice el diario Granma que lo más importante del filme es que es “fiel a la verdad histórica”. Bueno, eso depende, hay más de 13 mil firmantes que no están de acuerdo y no por eso tienen que descalificarlos, llamándoles “delirantes”.
Los mandamases de la Isla no acaban de entender que existe “el no” por respuesta y que incluso la negativa puede llevar (si se les canta) a que unos miles se reúnan y democráticamente hagan ese tipo de solicitud.
Según Granma el filme “está lejos de ser un manifiesto en favor de la causa cubana como alegan los recalcitrantes que nunca faltan”. Sucede que Assayas, tan francés él, intentó quedar bien con Dios y con el Diablo, y eso, casi nunca funciona.
Igual el diario, moldeado en una larga historia de descalificaciones arranca con calificativos como “contrarrevolución vociferante no perdona” o “ahora vuelve a rabiar con la exhibición”.
No se queda ahí, los descalificativos son largos, pero aquí se los dejo: claque ardiente, ridículos, mentirosos, patéticos, sin argumentos sólidos y con esquemas caducados.