El único tren eléctrico de Cuba pudiera desaparecer

El único tren eléctrico de Cuba, el emblemático tren de Hershey, va rumbo a la desaparición. Desde 2017 no llega a Matanzas y no hay recursos de momento para rescatarlo
Tren de Hershey en la estación homónima
 

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En Cuba cuesta que todo perdure al paso del tiempo. Apenas algo inicia, entiéndase cualquier servicio o estructura, más si está dirigido para los cubanos comunes, lo primero que pensamos o nos preguntamos es cuánto tiempo se mantendrá. No importa que sea lo más simple y sencillo. Sabemos que los recursos que sostienen cualquier cosa faltarán en algún momento y más temprano que tarde todo lo que miremos no será ni la sombra de lo que fue.

Esto aplica para todo, incluso para aquello que pueda considerarse patrimonio cotidiano de determinada región o una bonita tradición. Tal es el caso del conocido tren de Hershey, emblemático por ser el único tren eléctrico de Cuba, hoy a punto de desaparecer.

Así lo refleja el oficialista diario Granma en un reciente artículo, donde se exponen las penas de lo que durante muchos años fue un útil y bonito medio de transporte, aunque lento, para aquellos que vivían alejados de las arterias principales, pero requerían viajar de La Habana a Matanzas.

El tren de Hershey lleva el nombre del famoso chocolatero estadounidense Milton S. Hershey. Éste lo mandó a construir en la segunda década del siglo pasado para enlazar la ciudad de Matanzas con el poblado de Casablanca, en la capital cubana, pasando por la comunidad de Hershey, donde construyó un ingenio azucarero.

Si bien se ha mantenido funcionando con altibajos desde ese entonces hasta la fecha, actualmente parece ir rumbo ya a la completa extinción. Granma refiere que “en los últimos años y cada vez con mayor frecuencia, al único tren eléctrico de Cuba se le hace muy difícil cubrir toda su ruta tradicional. Al menos, en el tramo final”.

“De un tiempo a esta fecha su servicio ha estado marcado por la inestabilidad”, al punto de que desde inicios de mayo de 2017 los habitantes de Matanzas no han visto más al “legendario convoy”, por la imposibilidad del tren de cubrir su tramo final, dado el mal estado del tendido eléctrico de alto voltaje que le provee la energía necesaria para funcionar.

Con vagones de 1944, donados por Barcelona, el tren de Hershey, como señala el autor del citado artículo, “es una auténtica reliquia, casi un museo andante”.

Según Diosdado Macías, el operador de la estación ferroviaria del barrio de Versalles, donde el tren rendía viaje desde el inicio de sus operaciones hasta mayo de 2017, el tren de Hershey podría no salvarse si continúan todas sus limitaciones actuales.

Ello sería lamentable, pues además de quienes lo usan como medio de transporte habitual, no faltan quienes quieren subir al tren “no por la necesidad de viajar, sino como un simple paseo, por el placer de vivir la aventura”.

En tal sentido, el ingeniero Romilio Gutiérrez, otro de los citados por Granma, comenta que, pese a que era un viaje fatigoso, a bordo del tren los viajeros disfrutaban de una vista espectacular del Valle de Yumurí y otros encantos naturales.

Sin embargo, como incluso se atreve a vaticinar el órgano oficial del único partido político permitido en Cuba, la suerte del icónico medio de transporte parece estar echada. No importan de momento su historia, valor simbólico y los atractivos que permite disfrutar durante la travesía.

Cundo faltan los recursos producto de malas gestiones y administraciones, por un sistema disfuncional que quiso poseer hasta un simple tren de corto alcance, lo más probable es que todo termine pronto. Quizás el tren sea rescatado ahora que públicamente se visibilizaron sus amargas penas, pero aún así sabemos que nuevamente, más temprano que tarde, volverá a adolecer, tal cual o peor de lo que lo hace ahora.

 

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