Dos guantanameros se suman a la confección de nasobucos

Estos dos guantanameros no creen en estereotipos, pues luego de terminar sus ocupaciones diarias, se sientan a la máquina de coser a fabricar mascarillas faciales.
 

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Estos dos guantanameros no creen en estereotipos, pues luego de terminar sus ocupaciones diarias, se sientan a la máquina de coser, como cualquier ama de casa “típica” para fabricar mascarillas faciales.

Uno podría pensar que, por criarse en una cultura machista, ambos se resistirían a actividades como estas, pero ya sea porque la crisis apremia o porque el estereotipo de los “machos alfa” no caló profundamente en su educación infantil, ahora ayudan a su comunidad de este modo.

Fernando y Raúl improvisaron su taller de costura en casa de una vecina. “A veces estamos aquí hasta las 11 o 12 de la noche, cansados, pero seguiremos así mientras tengamos fuerza”, comenta Fernando.

Las mascarillas se reparten entre los vecinos del barrio, quienes están agradecidos por el esfuerzo de sus amigos.

Este tipo de actitudes se han generalizado en Cuba con la expansión de la pandemia que, como ocurre en otras regiones del planeta, saca lo mejor de muchos seres humanos.

ADN Cuba supo del caso de Lázaro Rivera, un productor de leche en la provincia de Pinar del Río entrega periódicamente, sin ganancia alguna, la leche que necesitan los niños confinados en un centro de aislamiento de esa provincia.

También conocimos la iniciativa de un matancero, que se ha hecho muy popular en redes sociales. Este cubano solidario decidió fabricar por su cuenta caretas para el personal médico que se enfrenta al coronavirus en su provincia y ya tiene listas la mitad de las prometidas.

Por último, está la iniciativa no menos loable de Danilo Resqueiro, agricultor en la Cooperativa de Créditos y Servicios Camilo Cienfuegos, que donó 50 quintales de sus productos al hospital Mario Muñoz de Matanzas, donde se atienden a los enfermos de covid-19 en esa provincia.

 

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